En pocas semanas, la empresa del primo del presidente de la Nación, Mauricio Macri, iniciará la construcción del retrasado puente sobre el canal Torto, en la ruta provincial 103. La Dirección Provincial de Vialidad propuso a la constructora cercana al poder para la adjudicación directa de la obra, la que se pagará con fondos nacionales y se gestionó como ampliación de la construcción de la ruta provincial 8.Y mientras se concretan por estas horas los trámites para la adjudicación, desde la dependencia vial misionera confirmaron que quedó descartada la construcción de un puente provisorio al lado del que presenta problemas estructurales. Así, según refirió a PRIMERA EDICIÓN el presidente de la dependencia, Leonardo Stelatto, la promesa hecha a los vecinos de la zona afectados por la limitación del tránsito sobre el viejo puente no se cumplirá.Cuando Vialidad Nacional apruebe el proyecto ejecutivo elevado por la provincia -instancia que se daría en el transcurso del mes de febrero, según Stelatto- la firma Iecsa se alzará con el contrato de 162 millones de pesos para en nuevo puente en reemplazo de la enclenque infraestructura que presenta problemas graves desde 2013.El funcionario confirmó que apenas se termine el papeleo nacional, la obra tendría inicio antes de marzo con un plazo de construcción de entre 14 y 18 meses, es decir, un año y medio. En otras palabras, la estructura vial estaría disponible recién a mediados o finales de 2018.“El puente provisorio tenía un costo estimado de treinta millones de pesos, y como ya firmamos el convenio con la Nación para el definitivo, se consideró que el provisorio ya no es necesario” confió el ingeniero a este Diario. Sin ese paso alternativo tan reclamado, a los vecinos no les quedará más remedio que esperar.La ampliaciónLa presencia de la empresa del pariente del presidente no es nueva en Misiones; de hecho realizó obras en casi todos los gobiernos de los últimos tiempos; fue y es uno de los principales contratistas de la Entidad Binacional Yacyretá y tiene obras por montos varias veces millonarios.En el caso del puente sobre el Torto, lo que llama la atención es que en lugar de realizar una Licitación pública, se haya optado por la ampliación de un contrato que ya se le adjudicó la misma firma, propiedad de Ángelo Calcaterra, en el año 2012. Se trata de la construcción de la Ruta Provincial 8 -en un tramo de 39 kilómetros que van desde Campo Grande a 25 de Mayo-, que se licitó por un monto de 390 millones de pesos. Tres años después (en 2015) y por redeterminaciones y ajustes, el monto contractual de la obra ascendía a 962 millones.Si bien desde que se detectaron los problemas estructurales del Puente del Torto hubo tiempo suficiente para llamar a licitación, Stelatto defendió la adjudicación directa “porque la empresa tiene apostados sus equipos viales en la provincia y tiene la capacidad operativa para realizar la obra en el menor tiempo posible”.No fue la primera obra adjudicada en forma directa a Iecsa en la provincia en los últimos tiempos. El 13 de abril de 2014 y después de más de cinco décadas de escaso mantenimiento, se desplomó el puente del Arroyo Acaraguá, en la misma ruta provincial 103 que comunica Oberá con Alba Posse.Un colectivo de la empresa Singer cayó al vacío al desmoronarse la estructura. En la tragedia fallecieron Agustín Marchiotti de 15 años, Ema Veiga de 72 y la beba de 5 meses Antonella De Lisboa. Más de treinta pasajeros resultaron con heridas.Cinco días después, el entonces gobernador Maurice Closs anunció la contratación directa de la construcción de un nuevo puente, por un valor cercano a los 50 millones de pesos. Le adjudicaron la obra a la empresa Iecsa.“Este puente también se va a caer”Mientras los pasos administrativos para el inicio de la construcción del nuevo puente sobre el Torto se concretan, los habitantes de tres localidades siguen padeciendo los efectos de la burocracia y el aislamiento.“Todo quedó en la nada” comentan con una mezcla de bronca e impotencia los vecinos de las localidades de 25 de Mayo, Alba Posse y Colonia Aurora que en septiembre del año pasado se esperanzaron con la promesa de la construcción de un puente provisorio para cruzar de un lado a otro con seguridad, promesa que surgió después de meses de reclamo organizado.Pero pasadas las primeras semanas desde el compromiso oficial, se dieron cuenta de que no había movimientos en las inmediaciones de la “bomba de tiempo” en la que se transformó el puente viejo. “Nunca hubo señales de que la obra realmente se hubiera tenido en mente” asegura la vecina Clara Alvez, una de las que se manifestó hace cuatro meses exigiendo respuestas concretas. Desde que se restringió el tránsito sobre el puente, no hubo más que una discreta guardia policial que limita el paso sobre la débil calzada, y que controla que sólo pasen vehículos livianos, de a uno por vez.“Ese puente también se va a caer” vaticinan los vecinos. Aseguran que por la noche, cuando la guardia policial afloja, siguen pasando vehículos pesados que debieran usar un camino alternativo de 13 kilómetros de tierra, el que no siempre está en condiciones y más de una vez se volvió intransitable.La gente de las localidades cercanas que viaja en colectivo tiene que bajarse antes del viaducto y atravesarlo a pié hasta el otro lado. La escena del “trasbordo” a la intemperie se repite una y otra vez, y obliga por igual a chicos, grandes y ancianos, con sol o con lluvia torrencial, con frío o con 40 grados de calor. Ahora ya se acostumbraron, pero “a veces vuelve el miedo de que el puente se caiga con nosotros encima”, confiesan.Este puente comenzó a evidenciar sus problemas en 2013 y sólo quedó en la mira oficial tras el derrumbe del Acaraguá.
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