Al filo de la medianoche del lunes 9 de abril de 2012, empleados de limpieza de una empresa de colectivos de Posadas se enfrentaron a uno de los momentos más insólitos e inolvidables de sus vidas, cuando hallaron sobre uno de los asientos el pie mutilado de una persona, con rastros de haber sido seccionado recientemente.
La extremidad –parte del empeine y cinco dedos– correspondía al perfil izquierdo de una persona de hombre.
Un gran misterio rodeó al hecho y marcó la agenda periodística del día siguiente, hasta que el enigma se develó horas después.
Es que en un principio había trascendido que el pie apareció entre las duales de las ruedas traseras del micro, razón por la que se creyó que la mole de hierro había aplastado a un “pobre hombre” sin que el chofer se diera cuenta.
Esa, al menos, fue la primera hipótesis elaborada por los investigadores. Pero, ni bien hablaron con un mecánico de la empresa, se enteraron de que era prácticamente imposible que quedara aprisionado entre los neumáticos del colectivo.
En realidad, la extremidad fue encontrada en uno de los asientos. Por eso, el juez de Instrucción 6 de Posadas, Ricardo Balor, dispuso que averiguaran en clínicas privadas y hospitales públicos si en las últimas horas había ingresado algún paciente con lesiones de esas características.
La respuesta llegó desde un sanatorio privado situado en calle Bolívar casi Jujuy, informando del ingreso de un hombre con parte del pie izquierdo seccionado. La internación se registró el mismo lunes a las 16.
El paciente resultó ser un hombre de 48 años, empleado de un aserradero ubicado en Ñu Porá (Garupá), quien minutos antes había caído en una fosa en ese lugar y, al apoyar el pie izquierdo sobre una sierra industrial, perdió un pedazo de la extremidad.
De inmediato fue trasladado al sanatorio, donde los médicos informaron que, lamentablemente, no podían reimplantarlo.
En consecuencia, le entregaron el miembro al damnificado y éste decidió entregárselo a un amigo para que lo enterrara. El hombre se lo llevó y tomó el colectivo urbano para cumplir su misión. Pero tuvo la mala fortuna de olvidárselo a bordo del “bondi”, abriendo paso a uno de los misterios más atrapantes de los últimos años en materia policial, por más que se esclareciera a las pocas horas.
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