Hay amores que no se terminan nunca. Son de esos que ni el tiempo, ni la distancia, ni las inclemencias de la vida logran aplacar. Quizá sea el caso de lo que pasa entre Claudio “Muñeca” Ramírez y el básquet, que se reencontraron después de 20 años y todo sigue igual, casi como si el tiempo se hubiese quedado detenido ahí, para siempre. “Muñeca”, como lo conocen todos, comenzó a jugar al básquet cuando tenía 15 años. Tiró sus primeros pases en Huracán, después pasó a Racing hasta que llegó al equipo de Luz y Fuerza. Fue ahí donde alcanzó su mejor momento: como juvenil, con los Eléctricos jugó la Liga Regional C. Lograron el ascenso a la Liga B y el buen desempeño y trabajo en equipo lo llevaron hasta el Torneo Nacional de Ascenso (TNA). Dos años se mantuvo como juvenil hasta que llegó a Primera, pero en ese momento priorizó sus estudios en Ciencias Económicas y continuó jugando para Luz y Fuerza pero solo el torneo local. Tiempo después, se mudó a Mitre. Mientras, su vida normal: continuaba con sus estudios y trabajaba en Vialidad Nacional. En uno de esos viajes a controlar algunas rutas del interior, la camioneta en la que viajaban sufrió un desperfecto y volcaron. El 24 de octubre de 1996, “Muñeca” fue trasladado al hospital donde se constató su lesión: cuadriplejía incompleta sección medular 6-7. Tenía 24 años, su futuro sería en silla de ruedas y habría que decirle adiós al básquet. Pero “Muñeca” pudo torcer el destino.El amor al básquetPara la charla, “Muñeca” se encontró con PRIMERA EDICIÓN en el Polideportivo “Finito” Gehrmann. Hasta allí llega todos los martes y jueves para entrenar. Posó para las fotos, después cambió su silla de ruedas y se agarró a la redonda. “La evolución que tuve fue importante, porque ahora puedo decir que tengo una paraplejía”, explicó a este Diario en medio de los pelotazos que picaban cerca. Si se hubiese quedado con su primer diagnóstico solo hubiese podido mover la cabeza. Sin embargo, trabajó duro durante mucho tiempo para volver a manejar parte de su cuerpo. “Todo depende de la evolución. Gracias a la rehabilitación se puede lograr manejar otras partes del cuerpo. Yo, gracias a Dios y a la rehabilitación que me dieron y a las ganas que uno le pone, pude lograr el movimiento del tronco, por eso es que ahora me parezco más a un parapléjico que a un cuadripléjico”, explicó.La rehabilitación comenzó el primer día después de que se enteró de su diagnóstico. “Le pregunté al médico qué cosas podía hacer yo solo y las hacía, acompañado por los médicos y también con la ayuda de los kinesiólogos, con quienes empecé a hacer muchas cosas más”. “Muñeca” reconoció que después del accidente sintió un poco de bajón, pero “siempre traté que no me llegue porque o si no salgo perdiendo yo. Me concentré en retomar los estudios en Ciencias Económicas -si todo sigue como hasta ahora se recibirá este año- y como veía que iba avanzando en la rehabilitación, le metía más fuerza”. Así, con la ayuda de la familia y los amigos pudo salir adelante, pero “los bajones siempre hay, existen y habrán. No poder disfrutar con mis sobrinos, no poder salir a algún lugar específico por las barreras arquitectónicas que hay, que más que bajón da un poco de bronca. Igual, hay gente que se quiere bajonear y otros que no, que la luchan. Yo por suerte estoy del lado de los que la luchan”.Así pasaron 20 largos años y se produjo el regreso. “Sabía hace un año más o menos de la existencia de la Escuela Municipal de Básquet Adaptado ‘Los Tigres’. Fue uno de los chicos, Tomás Motta, quien me contactó y me dijo para formar parte del equipo. En ese momento yo estaba haciendo otras cosas y no tenía tiempo, pero la idea de formar parte siempre estuvo. Este año decidí hacerme de tiempo para volver a jugar a ver cómo era la sensación y lo logré. Estoy jugando hace un mes y medio con los chicos. El primer día que entré a la cancha y me senté en la silla para jugar fue una sensación increíble”, recordó. El proceso de adaptaciónSus conocimientos sobre el básquet le dieron cierta ventaja. Rápido se sintió como en casa. “Como jugué al básquet me adapté rápido. Es hacer jugadas, cortinar, desenmarcarse. Eso lo agarré rápido, en el primer entrenamiento. Ahora, el tema de la silla me cuesta un poco. Es una silla nueva, es una postura nueva, hay que acostumbrarse pero estamos en camino a eso”.En el básquet convencional, “Muñeca” jugaba de ayuda base o alero y, por el momento, en el adaptado no tiene una posición designada. “En el básquet adaptado hay más movimiento, no tantas posiciones fijas como en el convencional. El que está jugando como pívot en un momento puede quedar como base y el que está como base puede quedar como pívot, se va rotando y nos vamos moviendo de acuerdo a donde queremos que vaya la pelota”.En el básquet adaptado, de acuerdo a la lesión que tenga el jugador, se le pone un puntaje. Hay gente que tiene cinco puntos, otros uno, etcétera. La suma de los cinco jugadores por partido, debe ser de 14 y medio. “A mí todavía no me evaluaron. Lo iban a hacer en un viaje a Mendoza que íbamos a realizar el fin de semana pasado y no pudimos porque nos avisaron un día antes que no podíamos viajar porque no teníamos el colectivo, que lo habíamos gestionado hace un mes”, aseguró. Esto retrasó el regreso a las canchas y aumentó la expectativa. Entonces, quizá el retorno oficial sea en el mes de noviembre, cuando Misiones sea la sede de la tercera fecha del Liga Nacional C de Básquet Adaptado, del cual el equipo municipal forma parte. “Calculo que de acá a noviembre haremos algún partido amistoso y ahí veremos cómo me siento. Seguro me sentiré bien, tendré las mismas sensaciones que tenía antes como nervios, las mariposas en el estómago, eso es cierto. Pero una vez que entrás a la cancha todo pasa, te dedicás a jugar y listo. No me imagino cómo va a ser, me voy a dar cuenta ese día”.“Muñeca” se acomodó en la silla, llamó a uno de los muchachos que ayuda a todos para arreglar una de las ruedas y se acomodó en la fila detrás de sus compañeros, listos para esquivar las pelotas que oficiaban de conos. “Estoy contento por haber vuelto, tardé en decidirme pero sí”, dijo al despedirse. Con el básquet, todo sigue como siempre. Con la “Muñeca” intacta. Enseña fuera de la cancha“Muñeca” es también entrenador de ‘Los Panas’, un equipo de básquet convencional que participa del TIRB, el Torneo Integ
ración Regional de Básquet, un torneo comercial. “Es distinto ser entrenador a ser jugador. Como entrenador estoy al costado, en el banco, hablando con los chicos, viendo el partido, orientando porque los que juegan son los que están adentro. Jugar es distinto, estar adentro, empujar la silla, todo es algo nuevo”.Su tarea como entrenador comenzó cuando tenía 17 años, “porque me gustaba mucho, tenía didáctica para hacerlo y me ofrecieron ser entrenador de inferiores y me gustó la idea. Probé, lo pude hacer y de esa forma llegué a entrenar chicos de cadete, juveniles y primera división. Después del accidente lo dejé”. Pero como todo en esta historia, volvió a esa tarea de entrenador y enseña todo lo que sabe desde el banco.
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