Un 29 de mayo lluvioso, como los últimos días en Posadas, pero un año atrás, <a href="http://www.primeraedicion.com.ar/nota/247682/un-ano-sin-abelardo-y-lidia-cada-viaje-que-hacemos-a-posadas-nos-rec.html">un desaprensivo automovilista provocó un choque en el que murió nuestro compañero de tareas Abelardo Benítez</a>.Abelito era además chofer de un remís en sus horas libres para juntar dinero con el fin de hacer estudiar y alimentar a sus hijos. Pero esa mañana en la que salió a trabajar, mientras esperaba en el semáforo de Centenario y San Martín, un Etios conducido por Ángel Ramón Martínez (21) se cruzó de carril y provocó una escena de dolor inmenso que hoy el tiempo no ayudó a calmar. Los tiempos de la Justicia, que a un año no pudo realizar las pericias pendientes para elevar la causa a juicio, hacen que para sus compañeros de PRIMERA EDICIÓN, hijos, amigos y conocidos, las muertes de Abelito como de Lidia Rodríguez (una de las pasajeras que llevaba en su remís, madre de tres niños) sean una herida profunda que no se cierra. Abelardo con 47 años y Lidia con sus jóvenes 35 vieron terminadas sus vidas por irresponsables a los que la Justicia dejó libres a pocos días de sucedido el hecho, gracias a una ínfima suma de dinero frente a las víctimas. Mientras tanto, las familias de ambos siguen luchando por seguir adelante, tal como lo expresa en la edición de hoy Franco Benitez, hermano de Abelito desde Santo Pipó donde intenta consolar a su mamá ante la angustia de los que no están. “Mi mamá quedó shockeada”, aseguró.En materia de legislación, en la Cámara de Representantes de Misiones se avanzó poco y casi nada. Muchos proyectos esperan su sanción para ayudar a las víctimas que sobreviven a estos hechos o a los seres queridos de quienes no lo hacen como Abelardo y Lidia. Y, especialmente, una reforma que no permita con un poco de dinero salir a las pocas horas a los responsables, incluso volviendo a manejar como si nada hubiese ocurrido.Seguimos exigiendo justicia. Por Abelito, Lidia y muchas otras víctimas de los siniestros viales a los que les arrancaron los sueños con la muerte. Y a cuyos familiares les convirtieron la vida en una pesadilla.
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