El 1 de agosto de 1914, Alemania le declara la guerra a Rusia, dando formal inicio al conflicto armado entre las potencias de la Triple Alianza (Alemania, Imperio Austro-Húngaro e Italia) y la Triple Entente (Inglaterra, Francia y Rusia). Este segundo bloque fue reforzado por Estados Unidos desde 1917, año en que Rusia se desvincula por el triunfo de la Revolución bolchevique que dio lugar al comunismo soviético. Pese a los formalismos que escenificaron sus protagonistas para lanzar la contienda, el verdadero trasfondo del conflicto fue la ambición de las potencias imperialistas por controlar las mejores colonias y semicolonias del planeta, ya que anhelaban poseer las ricas fuentes de materias primas y buenos mercados para vender sus manufacturas. Tras una gran ofensiva alemana a principios de 1918 a lo largo de todo el Frente Occidental, los Aliados hicieron retroceder a los alemanes en una serie de exitosas ofensivas. Alemania, en plena revolución, solicitó un armisticio el 11 de noviembre de 1918, poniendo fin a la guerra con la victoria aliada. Tras el fin de la guerra, cuatro grandes imperios dejaron de existir: el alemán, el ruso, el austro-húngaro y el otomano. Los Estados sucesores de los dos primeros perdieron una parte importante de sus antiguos territorios, mientras que los dos últimos se desmantelaron.
Discussion about this post