El exceso de alcohol en discusiones considerado como escalón previo de las tragedias a golpes, de arma blanca o fuego, es uno de los factores remarcados por investigadores como premisa para deshilvanar cada caso que asoma en su tarea.Osvaldo Romero tenía 67 años y era un changarín de labores pesadas. Cavaba posos, rompía piedras y se las arreglaba para todo tipo de labor de albañilería. Fue asesinado a martillazos el sábado 22 de julio cerca de la medianoche y el principal sospechoso está detenido y en complicada situación procesal.Le destrozaron la cabeza de al menos siete golpes, desenlace de una discusión y pelea en la calle con el ahora imputado por “homicidio calificado por ensañamiento”, su presunto amigo y prácticamente su familiar, ya que su hija de 17 años convive con un pariente directo del atacante.¿Cuál fue el motivo del enfrentamiento? El encono se desató días previos al dramático final. Romero habría pretendido ampliar su vivienda de mampostería en el asentamiento La Esperanza, paraje Santa Inés, en Garupá. Y la determinación la habría tomado sin importarle que el predio, sobre el que quería avanzar, correspondía a la casa que cuidaba su amigo de 50 años, oriundo de Campo Grande.No habría entendido razones Romero, y se especula que su intención se transformó en obsesión, una insistencia que derivó en advertencias y reproches en cadena, porque el sospechoso no le permitía la obra a la persona con la que compartió hasta el techo cuando este decidió mudarse a Garupá.De acuerdo a los detalles que baraja la pesquisa, la noche fatídica se habrían cruzado frente a la casa de calle Osvaldo Pugliese. Romero increpó a su amigo, discutieron en tono elevado, se insultaron y tomaron a golpes de puño.Su habitual compañero de tragos tomó un pesado martillo de albañilería y desmayó al changarín, lo arrastró hasta el interior de la pequeña vivienda y concluyó el ataque con la muerte.Ambos contendientes, se presume, estaban alcoholizados. En el escenario del crimen se hallaron cajas de vino y los dos fueron vistos comprando bebidas minutos antes en un almacén próximo. Otros testigos los vieron además sentados frente a frente bajo un alero de la vivienda, y otros oyeron discusiones.El supuesto homicida fue aprehendido poco más de doce horas después, luego que la sobrina de Romero de 17 años lo encontrara en un charco de sangre.Las descripciones de testigos y un hematoma en el rostro lo acorralaron y establecieron que fue la última persona que habría estado junto a la víctima. Efectivos de la Dirección de Homicidios y de la Brigada de Investigaciones UR-X lo ubicaron en la propiedad que cuidaba y no se opuso a la aprehensión.Ante el juez César Antonio Yaya, el detenido guardó silencio, y quedó imputado por “homicidio calificado por ensañamiento”. El agravante eleva la pena a prisión perpetua en caso de ser hallado culpable, de acuerdo al inciso 2 del artículo 80 del Código Penal Argentino.
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