Aconsejar, alentar, acompañar, gestionar, son acciones constantes en la vida de Zulma Venialgo, madre del patinador eldoradense Edgar Waterbor (17), que entrena duro para competir en breve en el mundial que se hará en la ciudad china de Nanjing. Entre trámites y entrevistas en pos de gestionar fondos para solventar esta nueva travesía, aseguró que desde que su hijo se convirtió en una estrella de la disciplina “no tengo sueños propios. Mis sueños son los sueños de mis hijos. Soy feliz a través de sus sentimientos, de todo lo que ellos hacen”. Sabe de luchas, de sacrificios y privaciones, pero su recompensa está en los logros del primer y único patinador artístico de la historia que ingresó al Centro Nacional de Alto Rendimiento Deportivo (Cenard).Su realidad diaria es una vorágine, más aún porque cumple el rol de madre y de padre desde que su esposo Carlos Heinz Waterbor, falleciera trágicamente cuando el deportista tenía tres años y Airton (19), su otro hijo, apenas cinco.Admitió que se desespera cuando percibe que la falta de recursos puede condicionar el protagonismo del joven pero que reacciona y se esperanza, marcando las metas inmediatas, sin pensar mucho a largo plazo. Día a día, toma impulso y sigue adelante.Waterbor inició patín a los siete años en la Unión Cultural y Deportiva de Eldorado. Empezó a insistir que quería tomar clases cuanto tenía cinco pero “por una cuestión social lo mandé primero a fútbol y un poco más adelante a básquetbol”. Él siguió firme en su decisión y, finalmente la convenció. En poco tiempo participó en una competencia local, luego provincial, y en 2010 asistió al primer nacional, en Mar del Plata, donde obtuvo el segundo puesto. Recordó que siguió avanzando hasta llegar a la categoría B, lo que le posibilitó competir en Río Negro con la ayuda de la Municipalidad de Eldorado, que le facilitó los pasajes. Desde ese momento comenzó a incursionar en la venta de pastelitos, empanadas, pollos, y a realizar otras actividades que estuvieran al alcance para recaudar dinero. En ese evento el presidente de la Confederación Nacional de Patín observó el comportamiento del niño y se interesó en el misionero, gentilicio que le vale de apodo cuando se encuentra fuera de la provincia. Al año siguiente el campeonato se hizo en el mismo lugar y como en la anterior edición, obtuvo el primer puesto. Pero la alegría fue doble porque al final del viaje “nos llegó una notificación comunicando que Edgar fue incorporado a la Selección Nacional de Patín”. Ese gesto marcó un mayor compromiso para el multicampeón. “Mirar hacia atrás no me permitía pensar en que abandonara. Yo quería que lo hiciera por el costo de los patines, de los trajes, las ruedas que se gastan y hay que comprar hasta dos pares por año (cada par cuesta unos 2.000 pesos)”, confesó Venialgo.Tanto mundo recorridoLa responsabilidad fue mayor pero los ingresos no variaron en el seno de la familia. Pero había que demostrar fortaleza. En julio de 2013 fue clasificado para Italia. “Costaba 22 mil pesos y solo conseguí dos mil de ayuda. La tuve que remar pero viajó y volvió con un segundo puesto. En octubre del mismo año se presentó en el sudamericano en Chile de donde regresó con dos medallas de plata y una dorada. Entre competencia y competencia funcionarios de la Vicegobernación se acercaron a ofrecer su ayuda y les pedimos patines porque Waterbor apuntaba a ser un patinador de alto rendimiento y no podía seguir con el básico. A fin de año apareció el pedido, y al poco tiempo fue convocado nuevamente a Italia, regresando con una copa dorada”, contó la mujer. En 2016 trajo del sudamericano de Paraguay dos medallas doradas y una de plata.“Siempre me incliné para que deje de patinar pero él siempre me demostró con los resultados que estaba para más. Eso me daba empuje, me daba energía para seguir peleándola. Hace dos años quedó sin profesora de patín en Eldorado y optó por practicar solo. Durante tres meses asistió a la Unión Cultural y mediante un video vía wathsAap se comunicaba con la técnica de Buenos Aires para que lo corrigiera. Eso demuestra el entusiasmo y la voluntad que tenía. No había un evento planificado, era para superarse más y más”, relató emocionada, casi tanto como cuando recuerda a su esposo: “el papá está con nosotros, nos acompaña, es nuestro ángel guardián”. Donación de insumosVenialgo pidió colaboración a empresas o supermercados en la donación de insumos para elaborar los alimentos que comercializa para recaudar fondos, en el club que el joven entrenaba desde pequeño. “Cuando hay fechas disponibles -por lo general hacen muchos eventos-, vendemos pollo o galeto, que es un poco más complicado. Sería bueno si pudieran colaborar con pollos, tapas de empanadas, carne molida, para que podamos elaborar y vender para que las ganancias sean mayores. Todo suma. Con la venta la gente responde, pero no resulta redituable cuando hay que comprar todos los ingredientes. Ahí es donde cuesta”, comentó la mujer que tiene el mérito de haber acompañado siempre a sus hijos deportistas.
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