¡Hola queridos amigos!Hoy nos toca desarrollar el noveno item del decálogo de paz: “Hacer brillar la luz que no tiene fin”.La semana pasada ya adelantamos un poquito de este tema, cuando dijimos que en el silencio nos podemos descubrir como los “maravillosos Seres de Luz” que somos; y encaramos a la luz desde su aspecto científico, al describirla como energía electromagnética. Hoy, la abordaremos desde su lado mágico, pues la luz es la parte mágica de Dios que se deja sentir y ver. Es por eso que se dice que, a la luz, hay que experimentarla y lo podemos lograr mediante un ejercicio de relajación y silenciamiento de mente.Para ayudarnos podemos visualizar, por ejemplo, la figura del Jesús Misericordioso o la de la Virgen de la Medalla Milagrosa. Pues, en ambas figuras, se ven rayos que salen de sus corazones y de sus manos. Esta visión, además de facilitar la comprensión de cómo sale la luz infinita de ti, el hecho de ver a grandes maestros como lo son Jesús y María, inspira los sentimientos más nobles que ayudan a la elevación; o simplemente a tratar de ver un resplandor que lo irás acrecentando hasta que sea más grande que cualquier luz por ti conocida.Cierra los ojos físicos y siente la luz, abre los ojos del alma y mírala, mírala con confianza, porque a la vista no daña. Deja que te rodee, te acaricie, inúndate de ella, siente su agradable calor. Percibe cómo, con dulzura indescriptible, va serenando tus sentidos, aquietando tus pensamientos. Déjala actuar, entrégate a ella. Su vibración es tan alta que todo lo penetra, mientras avanza va quitándote el peso de las preocupaciones y las culpas, sanando y purificando tu cuerpo. Deja que llegue hasta el fondo del alma y siente el amor. Observa cómo actúa, experimenta su magia. Cuando llega a tu mente se expande, ocupando todo el espacio sin dejar lugar a ningún pensamiento. Sólo luz. Sólo amor. Sólo Dios.Ese recuerdo que tanto te maltrataba, ese pensamiento recurrente que no te soltaba, ese sentimiento que no te dejaba en paz, de pronto desaparece. Sólo luz.Siente que tu sabiduría se acrecienta y, con ella, tu capacidad de comprensión.Mira cómo las formas se evanescen, ahora eres todo luz. Siente una maravillosa sensación de liviandad. Hasta puedes sentir que te elevas. Visualízate como luz que eres y, únete a la luz! Danza con ella, juega con ella, déjate llevar, ¡EXPERIMÉNTALA! ¡Experimenta la magia de la luz! ¡Siente el gozo de saber que eres un Ser de luz!No importa el tiempo que transcurra, puede ser un instante, pueden ser minutos, pueden ser horas; lo importante es que se hizo presente y ya actuó como efectivísimo bálsamo curando todas las heridas.La luz es imposible de contener, debes dejarla fluir y cuando permites que estos rayos que salen de ti sean dirigidos por Dios, que está dentro tuyo hacia donde Él los necesite, conviertes este ejercicio en el servicio más grande que puedas hacer por Él, porque eres luz; así Él te creó y te necesita, entonces no la opaques con sentimientos mezquinos, pensamientos indignos que conducen a actos que no lo reflejan.Ahora diré cómo se irradia la luz: con la sabiduría y la capacidad de comprensión acrecentada podremos ver más allá y comprender el por qué del accionar de aquella persona difícil que nos molestaba, entonces sus ríspidos argumentos ya no tendrán el poder de afectarnos. Nosotros habremos ascendido espiritualmente y nuestra actitud hacia ella será comprensiva y bondadosa, haciendo que la otra persona, sin siquiera darse cuenta, adopte igual actitud.Observa los cambios que se operan en ti a través del tiempo y la práctica diaria. Tus reacciones ante iguales situaciones no serán las mismas, tus sentimientos ante personas que te afectaban negativamente, increíblemente cambiarán; ya no tienen el poder de irritarte.Te vuelves indulgente con el enemigo, generoso con el necesitado, amoroso con toda la creación.Ya no mirarás el lado malo de las cosas, pensarás bien de los demás, y con esto sin proponértelo sacarás el lado bueno de las personas. Esta es la forma como se irradia la luz.No temas abandonarte a la luz, porque ella te guía y te protege. No pienses que con esta nueva actitud mental tuya, el mundo te avasallará. No, al contrario, verás la maldad pasar a tu lado sin tener el poder de llegarte, porque te habrás convertido en hijo de Dios y Él te protegerá.Aquí recuerdo nuevamente sus palabras como las escuché dentro de mí: “A todos bendigo; a mis hijos los protejo”.Mirarás hacia atrás en tu vida, y verás como Él te rescató entre sus brazos de tantas y tantas situaciones.El cambio al que te lleva la luz es aquel que Jesús lo grafica en su frase: “Sed buenos como la paloma y astutos como la serpiente”. No creas que el ser bueno te atonta. Ahora posees la inteligencia de no darle el poder a las personas y a las situaciones que te afecten. Ponte por encima de ellos, míralos fríamente como si fueras el actor de tu propia película, estúdialos, estúdiate a ti mismo y aprende de cada situación, de cada persona. A esto hemos venido a la vida, a aprender, y se aprende a través de las relaciones. Cada uno está en el lugar y en el tiempo en que debe estar. Cada individuo, antes de nacer, eligió sus padres, su familia y las personas con que debía relacionarse. Una vez en la Tierra, completamos y perfeccionamos o no el plan por nosotros y los ángeles de Dios que fue predeterminado.Vean cuán importante son nuestras relaciones. Algo tenemos que aprender de ellas, algo tienen los otros que aprender de nosotros.Mis queridos lectores, les dejo como tarea hacer brillar su luz. Hasta la próxima.ColaboraGraciela del CarmenZaimakis de AbrahamEscritora
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