Verlos salir a trotar es casi una postal de Eldorado. No hay nada que los detenga. En esos momentos juntos son felices. Horacio conoció a Manu cuando era solo un bebé en una sala de hospital de esta ciudad. Junto con su señora decidieron adoptarlo y criarlo en el seno de una familia donde amor no le iba a faltar. Incluso ante los contratiempos de la vida lograron mantener esa promesa. “Si tuviera que volver a adoptar, elegiría a un niño discapacitado”, reconoció papá Horacio.Horacio Goytia es el padre adoptivo de Manu, un joven de 23 años que sufre de parálisis cerebral y necesita de sus padres, Horacio y Claudia, para sobrevivir. El matrimonio luchó mucho por tener un bebé. Se recorrieron cientos de juzgados esperando una respuesta positiva. Respuesta que recibieron en Misiones, provincia a la que llegaron hace 30 años. Un día les avisaron de Nuria, una beba que los esperaba en el Samic. La buscaron y volvieron a casa con ella para formar esa familia que tanto habían anhelado. “Pero no estábamos completos”, recordó Horacio en una charla con PRIMERA EDICIÓN. “Buscábamos un hermanito”. Sus deseos se hicieron realidad porque al poco tiempo volvieron a recibir un llamado con la noticia de que había un niño que los esperaba. “Claudia lo fue a ver y lo conoció a este morocho, a Manuel. Él estaba muy mal. Hacía tres meses que esperaba”, aseguró Horacio. En aquel entonces Manu “lloraba permanentemente, histérico, porque hacía tres meses que estaba solo en una sala de neonatología. Sin amor, porque no había nadie que lo atendiese. Fue muy duro”, dijo su papá. Claudia le relató este cuadro a Horacio y “yo le dije ‘si a vos te parece, nos largamos’”. En este punto la historia se vuelve un poco más dura porque “nos engañaron, nunca nos dijeron qué le pasaba. No nos dieron la historia clínica. Me emociona hasta el día de hoy porque Manu no era querido. Todo el mundo le dio vuelta la cara”, dijo Horacio.Cuando volvieron a su casa el comportamiento de Manu no mejoraba. “Seguía duro como una piedra. Lo queríamos sentar en una sillita pero apoyaba la cabeza, la nuca y la punta de los pies y no se podía doblar, rígido totalmente”. Nadie les decía nada. Por lo que empezaron a averiguar y en Posadas les dieron el verdadero diagnóstico: Manu sufre de parálisis cerebral, es cuadripléjico y espástisco. “En la Defensoría nos dieron la posibilidad de devolverlo pero él no es una plancha que está descompuesta y se devuelve. Dios quiso que nos tocase”.Seguir adelantePese a esta situación, el matrimonio no se dio por vencido. Con ayuda de profesionales se propusieron mejorar la calidad de vida de Manu y lograron que, pese a su discapacidad, pueda mover los pies y caminar con ayuda. Con el tiempo Horacio y Claudia decidieron terminar su relación de pareja. Pero los unen sus hijos. Especialmente Manu por los cuidados que demanda. Él vive con Claudia pero Horacio los busca casi diariamente para ir a dar una vuelta en un triciclo que armó exclusivamente para Manu. “Es una herramienta que le ha facilitado tener su espacio junto a su papá en un momento de ejercitación. Un chico de su edad no quiere estar dentro de la casa y ver televisión. Quiere tener contacto con el exterior, por eso vamos a la plaza a sentir el aire y la gente lo saluda. Él quiere vivir”.Horacio tiene 67 años, es ingeniero industrial y docente recientemente jubilado. Pero más allá de los títulos, es un hombre agradecido. “Dios me puso en esta situación. Me costó mucho asumirla pero hoy estoy agradecido porque me ha hecho ver a Dios. Si tuviera que volver a adoptar, elegiría a un chico discapacitado porque es una escuela fenomenal. Él a mí me da amor”.
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