Tenía solo 17 años cuando recibió el título secundario junto al de maestra normal nacional, en el Colegio Santa María, en 1964. 53 años después colgó el guardapolvo, dejó las tizas y se despidió de las aulas y de los alumnos tras una vida como maestra. Esta es la historia de Dora Delicia Núñez, “Dori” para los amigos. Una historia para celebrar este día del docente.Dori tenía doce años cuando se vio frente a la decisión de qué estudiar, en ese entonces tenía tres opciones en el secundario: bachiller, perito mercantil o magisterio. “Con esa edad nosotros no definíamos porque era otra etapa de la vida. Entonces la que me guió para ser maestra fue mi mamá, que ya no está más. Con ella decidimos magisterio y no me arrepiento, siempre le agradezco porque estudié la carrera que me gusta, me gusta muchísimo, me encanta, hice lo que me gustó en la vida”, definió esta mujer de 70 años que el 1 de septiembre pasado dejó oficialmente la docencia.Una vez egresada y ya con el título de maestra bajo el brazo, en 1965 partió hacia Corrientes para estudiar Escribanía. Pero al poco tiempo se volvió. “Era otra época, vivíamos más pendientes de nuestros padres y ellos de nosotros. Era otra relación. Yo nunca había estado lejos de mi casa, me enfermé y volví”, recordó. Como volvió a mediados de año decidió esperar y al año siguiente se inscribió en el profesorado de historia del Instituto Montoya. “Me gustaba lengua y literatura, geografía o historia. Pero elegí historia porque geografía tenía estadística y no me gustaba y lengua y literatura tenía latín y griego. Entonces me quedé con historia y me gustó”.Mientras cursaba las materias del profesorado empezaron las suplencias como maestra: la primera fue en el Instituto Santa Catalina. Luego se sumaron más y más. En 1969 terminó de cursar el profesorado y se casó y fue mamá, lo que pospuso el egreso de la carrera. Un día fue al Montoya porque su hija iba al jardín y se encontró con quien había sido su profesor. “Él me empezó a preguntar si terminé el profesorado. Le dije que no y me dijo que tenía que terminar porque tenía cualidades para enseñar. En ese momento me faltaba la práctica e historia argentina, que no rendí. Volví y le conté a mi familia que me apoyó mucho para que termine la carrera casi diez años después. Así que volví a la facultad y tuve que hacer dos años más por las equivalencias. En 1983 me recibí de profesora de historia”, recordó.Programar la carreraCon los dos títulos en mano Dori se propuso programar su carrera: buscó titularizarse en un cargo como maestra y después buscó las 21 horas como profesora. Primero consiguió cuatro horas como profe en el BAPAYC y poco a poco sumó todas las horas. El 1 de septiembre también se jubiló como docente allí, después de 28 años de trabajo. Luego llegó la titularización como maestra de grado en una escuela de Los Paraísos. Ya titularizada pidió el traslado y así llegó a la Escuela 3 el 1 de septiembre de 1987. “Cuando llegué tenía el área de matemática, que no me gustaba, pero fue en septiembre y ya se terminaban las clases. Después pedí el área de sociales ya que era profesora”, indicó. Así, al año siguiente, ya pudo enseñar lo que más le gustaba: el área de sociales. Por su valoración en 1996 asumió el cargo de la vicedirección donde estuvo muchos años como interina. En la Escuela 3 había dejado el aula pero seguí en el BAPAYC. Una licencia de la directora hizo que ella tuviera que hacerse cargo de la dirección en pleno cambio a la EGB 3 y fue quien trabajó en el cambio de uniforme por guardapolvo que hasta el día de hoy caracteriza a la Escuela 3. Luego volvió a su cargo de vicedirectora hasta que, en 2006, por jubilación de la titular, asumió el cargo de directora con el que se jubiló el pasado 1 de septiembre, exactamente 30 años después de su primer día en la Escuela 3. “Yo siempre dije que quería jubilarme trabajando y gracias a Dios pude. Me jubilo pero me voy contenta porque estoy bien con todos”, dijo Dorita tras una vida como docente. Fotos: J.C. Marchak
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