Hasta el último jueves, Héctor Caballero (20)?acariciaba el sueño de jugar en Primera. Sin embargo, horas atrás recibió la peor de las noticias: su continuidad en el fútbol pende de un milagro médico. El ataque salvaje de dos jóvenes, en la puerta de su casa y cuando volvía de entrenar, le provocó la pérdida de la visión del ojo izquierdo.“El fútbol es mi pasión, lo que más amo en mi vida, pero no sé si voy a poder volver a jugar. Todo esto me duele mucho. Me cortaron el sueño de seguir jugando”, se lamentó el defensor central del Club Deportivo El Brete ante el micrófono de PRIMERA EDICIÓN, en las que son, sin dudas, las peores horas que le tocan vivir en su vida.El drama tuvo lugar el último jueves cerca de las 21 en el barrio San Isidro, hacia el sur de Posadas, donde Caballero fue atacado a pedradas, botellazos y golpes por dos jóvenes, por razones que eran hasta anoche materia de investigación. Permaneció internado cinco días en el Hospital Madariaga, donde recibió aquel diagnóstico devastador.Entre el dolor y la angustia de saber que su regreso a las canchas parece hoy una utopía, y a la espera -además- de una prótesis de platino que deberán colocarle tras sufrir fracturas óseas en el pómulo izquierdo, el joven y su madre, María (47), hablaron ayer con este Diario y contaron en primera persona el sufrimiento que viven por estas horas.Con la esperanza intactaDesde el lunes por la tarde, Héctor descansa en la cama de su habitación, en el barrio San Isidro. Todavía le resulta difícil levantarse sin la ayuda de su madre. El daño en el rostro es evidente y el dolor todavía es intenso. “Ellos me querían robar”, aseguró el joven al recordar lo ocurrido en la noche del último jueves. Y relató que lo atacaron por la espalda cuando ingresaba a la vivienda que comparte con sus padres. “Yo solo sentí los golpes y cuando desperté estaba en el hospital, internado”, agregó.Si bien el caso era hasta anoche materia de investigación, el joven aseguró que fue víctima de un hecho delictivo. “A golpes me rompieron la cara, perdí la vista del ojo izquierdo. Ellos no me dieron tiempo para defenderme, fue todo muy rápido. Me tiraron piedras, incluso una botella”, aseveró.Al momento del hecho, María preparaba la cena junto a su esposo. De repente escuchó los gritos, “amenazas e insultos”. Desesperada salió a ver qué ocurría. “Vi a mi hijo tirado en el suelo. Querían quitarle el celular, pero no tuvieron tiempo. Alcancé a reconocerlos”, contó la mamá del futbolista.La mujer aseguró que los responsables de la agresión serían dos jóvenes de 25 y 22 años aproximadamente, oriundos del mismo barrio. Ambos tendrían antecedentes delictivos, uno de ellos incluso “golpeó a su propia madre. Necesitamos que se haga algo, no podemos vivir de esta forma”.La familia se mostró preocupada en virtud de que -según aseguró- los agresores amenazaron con tomar represalias si radicaban una denuncia. “Amenazaron con matarnos, pero igual formalizamos la denuncia. Ya no sé dónde recurrir. Lo único que sé es que a mi hijo le destruyeron la vida”, sintetizó?María.En medio de la angustia, la mujer relató la rutina de Héctor: “él vive para el fútbol, iba a entrenar de lunes a sábado por la tarde en el El Brete. Anteriormente trabajaba como barrendero para la Municipalidad, pero el contrato venció y no se lo renovaron. Iba a trabajar por la mañana y a la tarde se iba a entrenar. Su vida es el fútbol. Ahora lo tengo en cama y está muy mal porque no sabe si va a volver a la cancha. Además, tiene que operarse porque no puede mover un lado de la boca. Es lamentable todo esto”. La agresión a Caballero no es la única en el barrio, según relatan sus familiares, quienes aseguran que son constantes los enfrentamientos entre patotas, entre otros episodios violentos. “Los vecinos tienen miedo y nadie quiere hablar. Yo a veces quiero vender e irme. Hace tres años estamos en San Isidro, pero no quiero regalar mi casa. Nos sentimos atrapados”, finalizó María.
Discussion about this post