Ignacio "Nacho" Escalante (75) realizó muchos trabajos en su vida, aunque pasó la mayor parte del tiempo trabajando como albañil. La solidaridad y la cooperación han sido siempre sus pilares, transmitiendo enseñanzas a los más jóvenes, ayudando al que más necesita cada vez que podía. Hoy, luego de un accidente que amenazó su vida, no deja de trabajar en algo que de ser un placer, pasó a convertirse en una fuente de ingresos económicos: la cocina.Sentado en su silla, porque a pesar de que se recuperó de la lesión en la pierna igual ya no puede moverse con comodidad, imparte las órdenes a su secretario, a quien califica como un joven con gran futuro en la cocina y que llegó a su vida como enviado del cielo para ayudarlo.Mientras imparte las órdenes enseña, explica el qué, pero también el por qué y el para qué: “A mí me gusta enseñar a los jóvenes porque si me muero ¿quién va a continuar mi trabajo? Y si no dejo nada a otra persona entonces quiere decir que pasé por la vida como una piedra, porque no dejé nada. Cuando trabajaba de albañil tenía compañeros que me decían, ‘no le enseñes al ayudante porque te va a sacar el trabajo’, y yo les decía, pero por favor, yo no estoy solamente para darle una oportunidad de trabajo a un joven, estoy también para enseñarle para que pueda tener una vida mejor”, explica Nacho a PRIMERA EDICIÓN mientras remueve el arroz a la valenciana que cocina para 220 personas.Hace un tiempo nacho sufrió un incidente en una pierna que lo preocupó al punto de temer por su vida, pero en ese momento, desde su lecho, le pidió a Dios que lo cure. Primero una silla de ruedas, después unas muletas, hasta que finalmente se recuperó al punto de poder retomar lo que tanto le gusta y que se ha convertido en su actividad laboral en esta etapa de su vida: la cocina. “Yo le pedí a Dios que me ayude, y me ayudó, por eso yo sentí que le tenía que perdonar a la persona que me lastimó y eso hice, en gratitud a Dios porque me ayudó a salir adelante. Así que ahora ya no pienso en eso, sino que me ocupo de hacer mi trabajo lo mejor que puedo y de ayudar a los que me necesitan”, contó.Asegura que el trabajo lo hace feliz y que su especialidad es la paella: “Yo trabajo para quién me pida, tengo capacidad de cocinar para 1200 personas y lo hago con mucha felicidad, porque trabajar me hace feliz”, cuenta.Pero Nacho tiene un ingrediente secreto: “mi ingrediente secreto es el amor, hay que cocinar con amor y por amor, ese es mi único ingrediente secreto. Aunque el cocinero sabe que también es importante que se trabaje con orden y limpieza”, explicó.Con ese corazón solidario, Nacho ayuda a quien se lo pide y si es para recaudar fondos para alguna necesidad, siempre está disponible: “Si es para juntar plata para los jóvenes o para alguna persona que tiene necesidad por algún tema de salud yo voy a cocinar y llevo todas mis cosas y no cobro nada, porque me gusta ayudar a las personas que necesitan, Dios me devolvió la salud y yo soy una persona agradecida”, dijo.
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