Hasta los trece años, Vicente Méndez nunca había visto un auto pero desde su casa escuchaba el ruido de los automóviles que pasaban por la ruta.Tampoco había tenido contacto alguno con los “hombres blancos” porque la comunidad mbya guaraní en la que vivía (Arroyo Nueve) con su familia era bastante cerrada. Sin embargo, Vicente tenía un radiograbador a pilas que era un objeto muy preciado por su papá y que a él le encantaba escuchar.“Siempre tuve mucha curiosidad por el mundo que me rodea y mi papá nos hablaba de las ciudades porque, cuando era chico y él vivía con una tía porque su papá había fallecido, un señor lo llevó un tiempo a Buenos Aires para que estudiara. Mi papá conocía el idioma castellano pero yo no aprendí hasta que empecé la escuela, aunque sí decía algunas palabras. Creo que la primera que le pedí a mi papá que me enseñara fue radio”, contó con una gran sonrisa a PRIMERA EDICIÓN el actual cacique de la comunidad Chafariz, Vicente Méndez. Según confió tenía 17 años cuando junto a su hermano Marcos, dos años menor que él, se acercaron al aula satélite de Picada Guaraní (desde 2010, Escuela 905) para hablar con el maestro Diego Carballo (actual director de la 905). “Le preguntamos si podíamos empezar primer grado y el maestro nos dijo que viniéramos, que no tuviéramos dudas. Gracias a Dios nos encontramos con un buen maestro que a todos los alumnos nos hablaba mucho sobre el futuro y la importancia de la educación”, recordó. Fueron los primeros alumnos guaraníes de la escuelita. “Mi papá nos ayudó mucho también”, recordó el cacique. Vicente y Marcos hicieron una primaria asistida junto a niños mucho más pequeños. “Vicente terminó la primaria en tres años y tenía tantas ganas de superación que lo incentivé para que se preparara como docente auxiliar guaraní. Para eso, desde la escuela y también de manera privada lo apoyamos para que pudiera viajar para hacer las capacitaciones que en ese momento eran en Dos de Mayo. Es una persona visionaria, realmente es un orgullo contar con él y con Marcos como maestros auxiliares”, remarcó el director de la 905. A un paso de terminar la secundariaHace cuatro años, en un aula de esa escuela primaria donde hoy asisten 46 alumnos guaraníes, se abrió el primer año de la secundaria rural mediada por Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC). Por primera vez, a los 26 años, Vicente tuvo la oportunidad de empezar el nivel secundario. Hoy, no solo está en cuarto año sino que además es maestro auxiliar de ese nivel. Estudian la secundaria 52 jóvenes, 28 de ellos hijos de colonos dedicados principalmente a la plantación de tabaco y los 24 restantes, guaraníes de la comunidad Chafariz, ubicada a un kilómetro, en el municipio de San Vicente, separada de la escuela por el arroyo Chafariz y unida desde el año pasado por un puente flotante. Vicente no solo mostró ser un buen alumno sino también un gran líder de su comunidad donde fue elegido cacique hace poco menos de dos años. “Todos los chicos de la comunidad vienen a la Escuela 905, empiezan a los cuatro años el Nivel Inicial y ahora tenemos la posibilidad de hacer también la secundaria. Yo estoy cursando el cuarto año porque quiero terminar y después seguir estudiando; estoy pensando hacer enfermería o algo relacionado con la salud porque es lo que más necesita mi gente”, contó el joven cacique que espera su primer hijo para diciembre próximo. “Los más grandes no fueron a la escuela y la mayoría no puede hacer un trámite sin depender de otros. Los más jóvenes hicieron la primaria y algunos retomamos la escuela cuando se abrió la secundaria rural. Los más chicos vienen todos a la escuela, conocen sus derechos, por eso creo que ellos estarán en condiciones de mejorar la situación de los guaraníes en pocos años”, aseguró con ilusión Vicente que trabajó tres años ad honorem como maestro auxiliar “para poder apoyar a mi gente”, explicó.
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