Las asalariadas suman 46 horas de trabajo hogareño semanal. El 89,4% de los nuevos desocupados son del género femenino. “La base de la economía no es reconocida como trabajo formal”, aseguran los especialistas.
Las mujeres misioneras asalariadas trabajan más horas que los hombres asalariados. Esto es así porque, en pleno siglo XXI, las mujeres siguen acarreando el grueso de las tareas hogareñas a sus espaldas. En promedio cumplen 46 horas semanales de trabajo no remunerado en sus hogares.
Estos son algunos de los datos recavados en el marco de un estudio sobre la problemática de la precarización laboral que lleva adelante la antropóloga, docente e investigadora de la Universidad Nacional de Misiones (UNaM), Lidia Schiavoni.
En diálogo con PRIMERA EDICIÓN, Schiavoni habló sobre precarización laboral de la mujer en la sociedad argentina, una realidad muy vigente pese a los innegables avances progresistas que se asoman conquistando lo político.
Se entiende por precarización laboral no solo una condición de inseguridad socioeconómica de la trabajadora por la dificultad de ser contratada, es decir el difícil acceso a un puesto de trabajo bien pago, sino también por la cantidad de horas de trabajo no remunerado que cumplen diariamente.
Para Schiavoni, una de las principales razones que provocan esta realidad es que hay una inequidad en cuanto a las responsabilidades de trabajo doméstico entre hombres y mujeres. La discontinuidad o la temporalidad del trabajo femenino tiene que ver con la fuerte incidencia del trabajo doméstico en lo que hace a su carrera profesional. Si una criatura se enferma, quienes se quedan o sacrifican las horas de trabajo son las mujeres, no los varones. La mujer es el primer resorte absorbido y atrapado por las contingencias domésticas. Y eso es cuestión de orden cultural, pero también de una matriz patriarcal, explicó a PRIMERA EDICIÓN al tiempo que advirtió que se considera el trabajo de la mujer como de segundo orden: la que ayuda en la producción.
Empresas: mayoría masculina
En el análisis de los datos que se desprenden del Instituto Provincial de Estadísticas y Censos (IPEC) se refleja la disparidad entre la situación laboral de mujeres en comparación a los varones. Por ejemplo, Misiones tiene más de 10.000 empresas, alrededor de 110.585 personas son asalariadas del sector privado de los cuales el 57% de las contrataciones son para hombres y el 47% para el colectivo femenino.
Solo en la ciudad de Posadas, si se analiza la población desocupada -entendiendo a la categoría desocupado como toda aquella persona que sin tener trabajo se encuentra disponible para trabajar y han buscado activamente una ocupación en un período de referencia determinada- las mujeres representan el 53% contra el 46% de varones. Y en la categoría estadística los nuevos desocupados en el primer trimestre de 2017, se observa que el 89,4% pertenece al género femenino.
Ama de casa ¿una trabajadora pasiva?
La antropóloga explicó que hay una serie de actividades que no son reconocidas como trabajo, que componen el trabajo doméstico. Y esto es una gran disparidad entre los trabajadores y las trabajadoras. Una de las cosas importantes de explicitar como trabajo es que las amas de casa aparecen, en las estadísticas, fuera de la población económicamente activa, ni siquiera como desocupadas, sino como población pasiva. Están junto a los estudiantes, jubilados, discapacitados. Más allá de que su aporte sea muy significativo, no solo en términos de horas sino de condiciones que garantizan que los otros miembros de ese hogar puedan desempeñarse en el mercado de trabajo formal.
Indicó que a partir de la década del 80, el porcentaje de actividad de las mujeres empieza a parecerse al de los varones, pero en menor proporción de participación en el mercado. ¿Esto qué significa?: la situación de estar en pareja o de tener hijos no representa un retiro del mercado para la mujer. Empiezan a realizar actividades laborales, con menos cantidad de horas semanales -para que no se desprendan de su compromiso con el mundo doméstico- dando origen a la doble jornada de trabajo. Así comienzan a cumplir, fuera del hogar, un determinado número de horas de trabajo y, dentro del hogar, otro quantum que es a veces igual o mayor que el que desarrollan fuera. En esta doble jornada de trabajo, la mayoría de las veces, se superponen actividades domésticas y los momentos de recreación o de descanso. Estas son las horas de trabajo no remunerado y no reconocido que suelen aparecer con el eufemismo de la tarea doméstica y no como trabajo doméstico.
Trabajo hogareño: entre 46 y 58 horas semanales
A partir de datos brindados por los informes de las Naciones Unidas, en nuestro país, las mujeres con ingresos propios trabajan 46 horas no remuneradas semanalmente; las que no tienen ingresos propios 58 horas. Esto significa que las mujeres que tienen un trabajo en donde reciben un salario por sus servicios, cumplen además alrededor de seis horas por día de trabajo sin ganancia económica. Los varones están en una situación muy distinta: aquellos con ingresos propios trabajan 24 horas no remuneradas semanales, los que no tienen ingresos propios 28. Un promedio de dos horas por día.
Según la académica, la sociedad se encuentra en una imperiosa necesidad de que el trabajo doméstico sea compartido entre varones y mujeres, sin embargo advierte que hay una cuestión que lo estaría impidiendo: las formas de crianza este quizás sea el gran cuello de botella del colectivo femenino- cómo criamos a nuestros hijos e hijas que después, al reproducir las formas de crianza, volvemos a hacer una diferencia entre las cosas que exigimos a uno y a otro. Esto nos devuelve un llamado de atención: si somos mayoritariamente las mujeres las que criamos a los niños y la niñas, porqué no ser más enfáticos en el modo que distribuimos las tareas en el hogar, para lograr así una mayor equidad laboral.
Leyes contra la precarización que precarizan
Para la investigadora estamos en una sociedad que se supone aboga por la equidad de género. Tenemos un aparato legislativo muy potente en vista de esto y no lo cumplimos. Tanto las que se ven damnificadas ante esto como quienes deberían acompañar y aportar en esta discusión son responsables.
Schiavoni aseguró que el no contemplar a los varones y las mujeres en igual situación a la hora de las obligaciones domésticas hace entrar en un estado de disparidad en el marco laboral. Por ejemplo: Con respecto a las contrataciones de las empresas privadas se da porque la legislación nos juega como salvavidas de plomo. Cuando una empresa tiene que decidir si emplea una mujer o un varón pone en consideración la edad reproductiva. Una mujer en edad reproductiva tiene derecho a licencia por embarazo, a una serie de condiciones para contemplar el cuidado de los hijos, por ejemplo. Que aparecen como derecho de varones y de mujeres como trabajadores formales, pero que generalmente los piden las mujeres y no los varones. Cuando se piensa en proporcionar o exigir a una fábrica o una empresa un área de cuidados infantiles, es según la población femenina. Ahora la pregunta es: ¿por qué no para todos? ¿Por qué no como algo que los varones lo puedan reportar?, cuestionó.
Mujeres: aumento de la capacidad de observación
En este contexto, advirtió que la crítica situación de las mujeres en el ámbito laboral refleja una realidad de desigualdad, exclusión y vulnerabilidad del género. Si se entiende que el trabajo -para la concepción social actual- engloba valoraciones tales como: dignidad, progreso, seguridad, crecimiento e independencia, cabe reflexionar en qué situación está ese sector que hoy no puede pertenecer a la clase legalmente trabajadora. Si nosotros pensamos esta situación como práctica discriminativa, es una acción violenta. El tema es que cuando hablamos de una violencia cultural tenemos que ver qué acepta o tolera un sistema social en términos de prácticas aceptadas sobre estas diferencias que se naturalizan y se las reproducen.
Schiavoni entiende que si bien la problemática está planteada y en proceso de discusión, se debe ser consciente que esto va a ser un proceso muy largo porque hay mucho para perder de parte del colectivo masculino. Aseguró que los avances que hemos ganado las mujeres este último tiempo han sido, más allá de aumentar horas de trabajo, ampliar la capacidad de observar el mundo. Lo que las mujeres han logrado a la hora de salir del mundo doméstico e introducirse y circular por el espacio público ha sido cualitativamente positivo. Además, no poco significativo, ser aportante en términos de recursos económicos en el hogar, cerró la académica de la Facultad de Humanidades.
Discussion about this post