Hoy funciona con 80 varones y 32 mujeres internadas. Cuenta además con un hogar para niñas. La contención y la fe como pilares para la recuperación de los adictos.Ya pasaron 22 años desde que Miguel Benítez comenzó a involucrarse con la Fundación Reto a la Vida Misiones. Hoy es el director del Centro que se encuentra detrás del barrio Carlos Pellegrini de Posadas.
Es un lugar donde las personas pueden acudir a pedir ayuda para dejar las drogas, pero también un espacio en el que la palabra de Dios es la base que guía a la estructura.
Miguel es además pastor evangélico y en diálogo con PRIMERA EDICIÓN contó que el fundador de Reto Argentina es un misionero que abrió la sede central en la localidad bonaerense de Berazategui hace 26 años.
Al ser de nuestra provincia y por los conocidos que tenía aquí, al año siguiente decidió inaugurar un espacio similar en Eldorado. En un principio fue duro, porque la gente tenía mucha desconfianza de un lugar en el que había adictos. Se empezó aproximadamente con 15 chicos. Pasó el tiempo y consolidaron la casa en el norte de la provincia para después abrir una sede en Posadas.
Benítez explicó que si bien es un centro cristiano, la mayoría de la gente que se acerca a Reto no viene en busca de ayuda religiosa, sino a que los auxilien para salir del problema de las drogas. Solamente les piden que asistan a las reuniones de culto, la cual es una de las normas.
Si se quieren quedar sentados en un lugar y no entrar a las reuniones religiosas no los obligamos. Respetamos todas las creencias, pero siempre les decimos que con Cristo es mucho más fácil salir de las adicciones. Llega un momento en que ellos entienden que necesitan además de la parte espiritual para fortalecerse y superar el momento de angustia, de abstinencia, de extrañar a la familia o a los amigos. En ese escenario la fuerza de Dios se manifiesta en la gente que cree. Aquellos que no optan por ese camino se los respeta. No se los echa de aquí porque no sean creyentes.
El responsable a cargo señaló que además de la sede de Buenos Aires, Reto está en Córdoba, Tucumán, Santa Fe y Chubut. Explicó que cada uno de los lugares tiene mucha demanda. Al respecto contó que en la sede local tienen una importante lista de espera.
El Centro está dividido entre el sector de hombres y mujeres. El de varones tiene actualmente 80 internados y el de chicas 32.
Para ingresar
Si la persona que viene a tratarse es de Misiones, le aconsejan que acceda a trasladarse para su recuperación a los otros centros del país. Con eso buscamos que se rompa el vínculo contraproducente con el entorno que lo llevó a caer en las adicciones. Pero así también, al estar lejos de sus padres, de sus hermanos o de sus hijos, ellos valoran a su familia, indicó Benítez.
El primer requisito para que se pueda ingresar a Reto es tener muchas ganas de cambiar. Después se hacen entrevistas. También les pedimos algunos análisis como ser VIH, tuberculosis y sífilis. No porque si les da positivo los rechazamos, sino para cuidar a los demás internados. Luego se les informa de las normas que tienen que ver con el horario de inicio de la jornada, el tiempo devocional y el comienzo de las tareas. A través de los talleres ocupacionales se les enseña a trabajar, a entender que cuando salgan de aquí, van a tener que valerse a través del trabajo.
Esto resulta de vital importancia ya que el director indicó que el 80% de las personas llega desde la delincuencia, principalmente desde ese vínculo entre la droga y el robo. Buscamos que cuando se vayan salgan con una profesión. Aquí pueden aprender panadería, carpintería, herrería, mecánica. Si no les enseñamos a que aprendan a trabajar, a valerse por sí mismos, el día de mañana pueden volver a la calle a robar porque para muchos es lo único que saben hacer.
La venta de lo que fabrican los ayuda a solventar los gastos mensuales para sostener el Centro. Benítez señaló además que reciben aportes de organismos del Estado, aunque lo perciben de forma irregular en cuanto a tiempos. En ese sentido destacó que es un centro gratuito, no le cobran nada al interno ni a la familia.
Seguimiento constante
El encargado señaló que de los 80 hombres que hoy están allí, 50 de ellos ya terminaron su rehabilitación. Ellos colaboran con los que recién llegan. De otra forma les sería imposible poder controlar a los nuevos y hacerles un seguimiento. Desde el primer día lo que hacen es ponerle alguien que se rehabilitó para que los contengan y los acompañen. Los que pasaron por las adicciones son los más indicados para ayudarlos. Todos ellos son voluntarios.
Ante la consulta acerca del requisito de edad para recibir a los que tienen problemas con adicciones el pastor explicó: Antes no recibíamos a menores de 15 años. Hoy si no ayudas a uno de esa edad se muere.
El promedio de edad de los chicos que se drogan ronda los 10 años y no solamente en Misiones sino en toda Argentina, indicó.
Los chicos entran aquí con una autorización de los padres. Nos dejan un número de teléfono y nosotros los informamos como va transcurriendo el proceso.
Convivencia y tiempo de rehabilitación
En los 22 años que estamos aquí solo he visto dos o tres veces que los internos se hayan agredido físicamente. Si eso ocurre primero se los invita a reflexionar, pero si no aceptan las normas de convivencia deben irse. No todos tienen ganas de cambiar. Por ejemplo si la persona es menor, no avanza en el proceso y se quiere retirar, en ese caso se llama a los padres o tutores para que los vengan a buscar.
El tiempo de recuperación de una persona adicta lleva entre un año y medio o dos. Consta de tres etapas, la desintoxicación, la rehabilitación y la reinserción.
Esta última es cuando la persona decide irse a empezar de nuevo. No ocurre de golpe. Va cuatro días a su casa y otros tres los pasa acá. Lo hacen por dos o tres meses para que no sea tan abrupto el cambio. La etapa de reinserción es muy importante. Si a la persona le cuesta le aconsejan que se quede un tiempo más, porque tiene que asegurarse que nunca más va volver a caer en las drogas.
El director indicó que la fundación cuenta con un médico y no están cerrados a la ayuda de psicólogos. Si vemos que necesitan de ayuda profesional de alguna rama, o si es necesario que tomen alguna medicación específica por supuesto que se permite. Sin embargo creemos que la rehabilitación es mucho más rápida si es a través de la contención y de la ayuda espiritual, subrayó.
Jornada
Se levantan a las 6 de la mañana. A las 6 y media es el desayuno. Desde las 7 hasta casi las 8 siguen con lo espiritual. Leen la Biblia y cantan.
De 8 a 12 y media se dedican a las tareas laborales del Centro. Luego almuerzan y hacen una pausa hasta las 15. Arrancan nuevamente hasta las 19 horas. Semanalmente y en grupos rotativos se distribuyen en los diferentes talleres.
El deporte es muy importante también en la rehabilitación. Mientras aguardan terminar la construcción de un polideportivo, una vez por semana alquilan una cancha de fútbol de 11 jugadores para pasar un buen rato. Además tienen un equipo que compite en el torneo de la Asociación Posadeña de Fútbol de Salón.
Sector de mujeres y hogar de niñas
Gloria Pedd es la esposa de Miguel y la encargada del sector femenino. Este abrió allá por el 2002 y hoy tiene 32 internadas. La dinámica es la misma que en el sector de varones aunque difiere en lo que tiene que ver con los talleres.
El hogar para niñas lo abrieron hace seis años. Cuando nosotros nos hicimos cargo del Centro nos llamó mucho la atención las niñas que pedían en las calles y tomamos la decisión de tener un lugar para ese tipo de casos, comentó.
Prácticamente todas las que están allí llegaron a través de un oficio judicial. Las que las cuidan son chicas que nunca tuvieron problemas con drogas. Son voluntarias que vinieron de visita desde una iglesia y decidieron ayudar, relató Gloria. Hoy cuidan a 23 pequeñas en el lugar.
Muchas de las internas tienen hijos y tienen la posibilidad de dejarlos al cuidado de alguien de su familia. Sin embargo, si esa interna no tiene esa ventaja, no les podemos negar la posibilidad de rehabilitarse porque no tienen con quien dejarlos, remarcó Gloria. Actualmente son seis los chicos que viven con sus madres en el hogar.
Hace unos cinco años comenzaron con la panadería dentro de la Casa de Chicas ya que necesitaban hallar una forma de sustentar el lugar.
En total hay 10 matrimonios que viven y trabajan en el Centro Reto. Así, cada mañana un grupo de ellos se encarga de cargar los panificados en los utilitarios y hacer el reparto por los almacenes de la ciudad.
Para contactarse con el sector masculino del Centro Reto el teléfono es el 4400446. El de la Casa de Chicas es el 4400443.
Testimonios:
Florencia y Daniel
Florencia hace 15 años que está en Reto. Se internó cuando tenía 17 años. Comenzó a consumir marihuana a los 12. A los 14 siguió con la pasta base.
Su primera etapa la transcurrió en Buenos Aires, pero tenía la intención de irse lejos de ese lugar. Sabía que estando ahí no iba poder salir de las drogas. Habló con su madre y decidió venir a Misiones.
Aquí conoció a Daniel, quien hoy es su esposo y con quien tiene una nena de cuatro años.
Contó que cuando abrió su corazón a Cristo comenzó todo el cambio. Cuando me pongo a recordar mi pasado y todo lo que me pasó en comparación con la vida que hoy tengo y no puedo dejar de agradecer cada día por poder levantarme y saber que tengo vida. Cuando tenía 17 años y no le encontraba sentido a nada, todo lo que quería era morirme.
Por su parte, Daniel relató que también vivía una vida descontrolada por la droga.
Lo que me animó a tomar la decisión fue despertarme después de cuatro días de reviente, de gira después de los festejos del día de la primavera y ver a mi madre llorando desconsoladamente pidiéndome por favor que reconociera que necesitaba ayuda. En un principio el proceso de desintoxicación fue duro, pero gracias a Dios yo pude encontrar una nueva vida.
Jeremías
Tiene 19 años y hace cuatro años que está en el Centro Reto. Contó que su caso fue diferente, porque él no tenía la intención de cambiar. No le importaba nada, quería seguir en el mundo de las drogas sin importar lo que pudiera pasarle.
Mi madre lloraba y me preguntaba por qué estaba en esa vida. Un día lo encerró en una pieza, pero sus amigos igual se las ingeniaron para entrar y llevarle droga. La mamá lo encontró pasado entre marihuana y cocaína. Fue ahí que lo llamó al padre muy asustada. Él era cliente en el lavadero de autos Reto, y habló con los chicos.
Fue así que llegué hasta aquí. Tuve cinco entrevistas y a todas llegué drogado. Me interné y a los tres meses, mientras estaba en el lavadero me escapé. Volví a mi casa. Mi madre aceptó que me quedara pero mi padre que conocía la situación me advirtió que si volvía a consumir iba a ser peor.
Sin estar del todo seguro volvió a Reto de nuevo. Hoy Jeremías destaca que a pesar que trató mal a todos, ellos nunca lo abandonaron y lo aconsejaron. Un año después se sentía que no había cambiado. Cuando saliera iba repetir la misma historia. Contó que le pidió a Dios que si realmente existía y quería algo para él, antes del año quería sentirlo. Pasaron los meses hasta que pudo vivir esa sensación.
Hoy no me pesa decir yo estoy acá por amor, porque hubo gente que me aguantó muchas cosas malas y aún así estas personas no me apartaron.
Valeria
No llegó a Reto a causa de las drogas, sino por un fuerte estado depresivo que ni siquiera con la ayuda de un psiquiatra podía superar. Tenía ataques de pánico y tristeza. Recorrí médicos, psicólogos y psiquiatras.
A los 21 años tuvo un hijo, Diego, y ni siquiera con él le encontraba sentido a la vida. Su familia siempre estuvo cerca para ayudarla pero no había forma que saliera de la depresión. Llegó un momento en que se rindió y le pidió ayuda a Dios.
A través de una amiga llegó a una iglesia donde escuchó de la Fundación Reto. Pasó por las entrevistas y se internó porque estaba desesperada. Su familia le recriminó ¡qué hacés ahí si no sos drogadicta!, sin embargo hoy destaca que en ese lugar encontró lo que su alma necesitaba.
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