
H ola queridos amigos! Aunque la numeración del versículo que voy a desarrollar hoy viene a continuación de los anteriores, he abierto al azar mi libro: El Evangelio Gnóstico de Tomás. Traducción del lenguaje simbólico de Jesús, y fue en el versículo 52, que me ha dejado pensando, no solamente sobre el origen de nuestras creencias sino la necesidad del ser humano de tomar la creencia de alguien o algo que venga de fuera de sí, como cierta y su incapacidad de realizar él mismo sus propias creencias.
Versículo 52
Sus discípulos le dijeron: Veinticuatro profetas alzaron su voz en Israel y todos hablaron de ti. Él les dijo: Habéis dejado a un lado al Viviente que está ante vosotros y habláis de los muertos!
Traducción
Jesús fustiga, en la afirmación de los discípulos, la humana actitud de no poder ver por sí mismos, o no darse cuenta de que era el Mesías a quien tenían ante sus ojos, a pesar de todas las evidencias vivientes que Él les proporcionaba, mas sí acreditaban como cierto, si es que antiguos lo dijeron en el pasado.
Esa actitud del humano ser continúa aún hoy; pues si un profeta o Jesús mismo se nos presentara vestido de jeans y zapatillas, no lo reconoceríamos, como que después de muerto y luego de muchas cavilaciones mentales reconocemos que un santo es tal, sin permitir que el corazón nos lo diga, pero reconocemos a curanderos y adivinos sin meditar si lo que dicen es cierto.
En la película del libro: ¿Y tú qué sabes?, muestran que cuando los colonizadores llegaron por primera vez a lo que hoy es América y quedando sus carabelas a unos kilómetros de la costa a la vista de las personas que habitaban dichas tierras, que luego fortuitamente los primeros los llamarían indios, éstos fueron incapaces de catalogar qué era lo que estaba ante su vista debido a que su mente no tenía registro de aquello que estaba ante ellos, por lo que llamaron al chamán, o sea su persona acreditada, para que se lo definiera y cuando éste, luego de un tiempo de observación, lo hizo, recién allí ellos pudieron integrar la carabela al registro de sus creencias y por lo tanto la pudieron ver.
De igual manera se maneja el hombre que ha desarrollado una consciencia de tercera dimensión regida en su totalidad por la mente, por lo que solo pueden acreditar lo que venga de otras mentes, como lo hicieron los discípulos al creer lo que hablaron (siendo que el habla es un producto de la mente) antiguos profetas, sin permitir a su propio corazón que les diga, ante todas las evidencias que a diario Jesús les mostraba, que era él, el que en vida estaba ante ellos, el Mesías que esperaban y remitían su acreditación a los que mucho reconocimiento tenían, pero ya estaban muertos.
Es así como el hombre común de hoy es el cúmulo de las creencias acumuladas dentro de sí, siendo éstas, en su mayoría adquiridas hasta los 7 años de edad según los estudiosos, y por lo tanto dependerán de lo que le hayan traspasado los padres, la familia, el entorno, las costumbres y creencias del lugar y sociedad en que se haya desarrollado. Esto constituye una programación que es introducida en el inconsciente y luego el adulto responde, actúa en forma inconsciente, o sea sin que la consciencia tenga lugar, de acuerdo a sus creencias.
Y este momento tan importante de la evolución de la humanidad, entonces, de ¿qué se trata?
Si prestamos atención a la lectura posterior que se hace de las prédicas de Jesús, vemos cuántas veces y de tantas maneras diferentes nos dice que la forma de evolucionar hacia un ser superior es permitirnos escuchar el lenguaje del corazón, que es el de los sentimientos, que al ir activándolo iremos desarrollando sentimientos superiores tendientes a un amor incondicional y con ello irán desarrollándose también otros sentidos superiores como la intuición, manejaríamos, al principio inconsciente y luego a voluntad las sincronías, se iría ampliando nuestra comprensión y tantos otros dones que ustedes solos los irán reconociendo al recibirlos, si tan solo se permitieran sentir sin la interferencia de las creencias limitantes.
Los invito queridos lectores a dejar libre a ese Ser divino que cada uno de ustedes lo son y que descubran todas sus potencialidades.
Colabora
Graciela
del Carmen
Zaimakis de Abraham
Escritora
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