Sin poder evitar las lágrimas, familiares de los nadadores que perdieron la vida en la competencia de natación “Cruce del Paraná”, realizaron un emotivo homenaje.
Consistió en una visita al monolito levantado en sus memorias (Polonia y Roque Saez Peña) cuya concentración comenzó a las 10 de la mañana, donde tuvieron un pequeño contacto con la prensa a ocho años de las pérdidas.
Ante el dolor, por la fecha, y más allá que en la Justicia se haya condenado a algunos responsables, los presentes volvieron a insistir con que las cosas que aún no se resolvieron no se queden en el olvido.
En ese sentido, Enrique Ruzecki, papá de Sebastian, quien lo recordó con tristeza, analizó: “Un día antes que prescriba la causa dos personas fueron declaradas culpables, por decir que culparon a alguien. Había muchas otras personas que tuvieron responsabilidad”.
“Ese día nos dijeron de todo, que todavía estaba en Paraguay, después que ya estaba sobre el puente Internacional, que ya venía y no llegó nunca”, dijo con la voz quebrada.
Recordó el hombre: “Nosotros confiábamos plenamente en que si las cosas no estaban dadas, la competencia no se iba a largar. Bueno, no fue así”, sostuvo.
De su parte, el ex director de Seguridad Acuática, Franco Bacigalupi recordó a su hermano Mauro: “Son ocho años que nos parece que fuera ayer, a Mauro se lo recuerda todos los días, no hay un minuto del día que no pensemos en él. En éstos tiempos hemos pasado una cantidad de sucesos que no tenemos que olvidarnos como sociedad. Nosotros como familiares no lo vamos a olvidar nunca”, sintetizó.
#ANIVERSARIO
Flores al río y una misa para recordar a las víctimas de la Tragedia del Paranáhttps://t.co/4DQTrcKbnL pic.twitter.com/nZFFX5qXHc— Primera Edición (@primeraedicionw) 16 de enero de 2018
Más tarde, cerca de las 10.30, en una suerte de procesión, se realizó una caminata hasta las instalaciones de la iglesia Stella Maris donde el sacerdote Alberto Barros ofició una emotiva ceremonia de recordación y para transmitir palabras de consuelo a los presentes.
“Ojalá que aprendamos y que estas cosas nunca más vuelvan a pasar y que toda actividad deportiva ligada al agua se lo pueda desarrollar con seguridad y tranquilidad, aunque a los argentinos nos cuesta aprender de las desgracias”, pidió.
El sacerdote Barros, como su par Gervasio Silva (que en ese momento era diácono), habían acompañado a las familias desde el primer día, con lo cual conocen del dolor que experimentaron a lo largo de éstos años.
“Aunque tratáramos de ponernos en su lugar nunca entenderíamos del todo su dolor por lo que significa perder a un ser querido de una manera trágica e inesperada”, sintetizó en un breve contacto con PRIMERA EDICIÓN momentos antes de la misa que ofició.
“Hubo un proceso que fue doloroso: primero la tragedia en sí, después los días de búsqueda con todo el dolor que eso implicaba, luego los velatorios, el proceso de marchas para pedir Justicia que llevó años hasta hasta llegar a las condenas, que nunca es venganza pero que reflejó quienes tuvieron responsabilidad”.
Luego, a las 11 hubo otra pequeña caminata hasta la ribera del río donde cada quien lanzó una flor en nombre de su ser querido.
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