Los productos y tratamientos que se utilizan en el gabinete no solamente mejoran el aspecto físico sino también dan bienestar, pues estimulan las hormonas de la felicidad. Cuando logramos la conexión entre la piel y el sistema nervioso es lo que se llama Neurocosmética.
En realidad lo que realizamos las profesionales es ocupar principios activos que provocan la secreción de endorfinas con productos que llegan a través de los sentidos e influyen en el cuerpo al ponerse en funcionamiento. Calman el nervosismo y tienen una acción analgésica.
En la piel existen receptores sensoriales que están conectados por las endorfinas directamente al Sistema Nervioso Central (SNC) son un verdadero espejo del estado de ánimo.
Cuando trabajamos a través de la neurocosmética ocupamos activos que además de responder a agresiones externas, incentivamos los sentidos.
El cerebro está íntimamente unido al organismo y a otros agentes externos y por ello es muy importante. Vemos entonces que los neurocosméticos son mucho más que cosméticos.
Entre las sustancias neurocosméticas encontramos el cacao y café muy empleados en la estética facial y corporal; también DMAE, retinol, pépitidos, polifenoles, té verde, uva, arcilla, fango, ácido salicílico, mandélico, láctico, lavanda, etc.
Estos mejoran no solo el bienestar sino que mejoran las funciones de las células de manera que la piel funcione mejor.
Cuando los músculos están relajados mejoran el tonismo y una piel tratada con estos principios activos traen mayor producción de colágeno y elastina; mayor turgencia y luminosidad.
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