Estudiantes del Profesorado en Educación Primaria y Técnico en Preceptoría de la Normal 10 visitan escuelas rurales de la provincia para aprender en otros espacios. Una experiencia enriquecedora.
Las expediciones pedagógicas organizadas por el Departamento de Investigación de la Escuela Normal 10 demuestran que, para aprender, muchas veces es necesario salir del aula y empaparse de otras realidades, caminar distintos caminos y compartir con quienes viven una realidad diferente a la de esta ciudad con todas sus particularidades. Esto hacen, desde 2012, los alumnos avanzados de las carreras de Profesorado en Educación Primaria -el viejo Magisterio- y Técnico en Preceptoría y los resultados son para destacar. En una charla con PRIMERA EDICIÓN, los docentes a cargo hablaron de las particularidades de este proyecto institucional y de las herramientas que suman los alumnos a través de él.
En primer lugar, la institución cuenta con el Departamento de Investigación destinado a los profesores que hacen investigación desde la escuela. Era uno de sus objetivos que los alumnos sumen a su trayectoria formativa la mirada sobre qué es la ruralidad.
Ellos se forman en la ciudad con los paradigmas científicos, contenidos y bibliografía de la ciudad, y profesores en educación primaria o preceptores que se recibieron y fueron a trabajar a localidades del interior de la provincia como Colonia Guaraní plantean esta falencia que tiene la formación, indicó el coordinador del Departamento de Investigación, Miguel Espinoza. Esta es una característica de todos los institutos de formación, debido a que la mirada está puesta en el contexto inmediato, es decir, la ciudad. Entonces nos propusimos que los alumnos tuvieran esa experiencia en escuelas rurales. Además es un campamento vivencial, ellos se vuelven realmente protagonistas trabajando con los chicos, involucrándose en las actividades y en todo el acontecer de lo que es la escuela rural, agregó.
Además, es una oportunidad para que los alumnos hagan investigación en campo, un ámbito casi exclusivo de la Universidad. Los institutos eran solo trabajos monográficos pero ahora cambió el paradigma: los institutos pasan a ser un espacio de investigación, destacó Espinoza.
Cuando organizamos la expedición siempre se piensa en qué se puede ofrecer de diferente a lo que el aula, cotidianamente, les ofrece, señaló la docente de la institución, Mónica Balmaceda. La elección de las escuelas tiene que ver con otros contextos, otras maneras de trabajar que les produce a los chicos un quiebre en cuanto al concepto de educación que tenían elaborado ya por toda su carrera, agregó.
Es por ello que el proyecto está destinado a los estudiantes de tercero y cuarto año, porque están cerrando su ciclo de formación por lo que nosotros les ofrecemos una variante para que puedan tener respuestas coherentes el día de mañana a la hora de tener que insertarse en distintos ámbitos, indicó Balmaceda.
Organización
La organización de la expedición, que por lo general se realiza entre septiembre y octubre, comienza mucho antes. Para empezar, hay que reunir los fondos para solventar el viaje. Durante los primeros años recibían ayuda de la Dirección de Enseñanza Superior (DES) y luego recurrieron a la diputada María Inés Rebollo, docente de la institución. De igual manera, estos docentes no se quedan quietos: a través de rifas, venta de empanadas y varios eventos más, comienzan en abril a reunir el dinero necesario. Luego, se suben a sus autos y comienzan una travesía pre-expedición: Hacemos una visita previa a la institución donde vamos a ir para compartir y ver dónde podemos alojarnos, qué podemos llevar, cuáles son las necesidades. Hacemos toda la logística previa para llevar a los alumnos, relató Espinoza.
A partir de allí se organiza la expedición que en 2012 llegó hasta la Escuela Rural del Cerro 166 Moisés Bertoni. En 2013 el viaje fue hasta la ciudad de Alem, a la Escuela 624. En el año 2014 la visita fue a la Escuela de Nemesio Parma y en 2016 volvió a la 624 de Alem. En 2017 se dividieron en dos grupos y visitaron la Escuela 905 y la 940, ambas de la localidad de El Soberbio. Todavía resta definir el lugar de viaje de este 2018 aunque ya hay algunas invitaciones a una EFA para los preceptores mientras buscan una escuela para los profesores de educación primaria.
En relación a esto, las expediciones se organizan divididas ya que ambas carreras tienen dos objetivos diferentes en la investigación y observación. Para cada expedición se organiza qué es lo que se quiere observar cada una es particular porque tiene distintos destinatarios, señaló Espinoza.
Como sucede con todo, con el paso de los años y la experiencia de las expediciones fueron afinando el lápiz en el diseño de algunas cuestiones. En las primeras expediciones organizábamos distintas actividades, distintos grupos por ciclos que preparaban actividades de acuerdo al ciclo, entonces el maestro iba y desarrollaba una clase. Después, con el correr del tiempo, fuimos trabajando eso y en esta última expedición -en referencia a 2017- fuimos a observar, nos integramos a su cotidianeidad, los alumnos tomaron notas, conversaron con los chicos, hicieron actividades, juegos, escucharon los relatos de su zona, la cosmovisión que ellos tienen del monte, de los saltos, señaló Espinoza en lo que calificó como una experiencia enriquecedora.
El trabajo a la vuelta
Una vez en Posadas les pedimos un trabajo de reflexión sobre su recorrido y una relatoría. Eso nos sirve a nosotros como insumo para seguir trabajando sobre las propuestas de ellos para el año siguiente, dijo Espinoza.
La participación es voluntaria para que los chicos no lo consideren una obligación sino una oportunidad, remarcó Balmaceda. Es por ello que no se puede poner una nota tradicional al trabajo realizado por lo que más que ponerles una nota los consideramos parte del equipo de trabajo. Queremos incorporar alumnos que fueron coordinadores de sus grupos para que formen parte de nuestro equipo de investigación y que continúen con nuestra tarea. Eso nos parece que es más premio y estímulo que ponerles una nota que queda para esa oportunidad y nada más, dijo la docente y señaló que ésto permite abrir el círculo de personas que nos ocupamos de tener esa mirada a largo plazo, porque no es solamente cómo mejoro mi rendimiento para aprobar la materia sino cómo soy mejor profesional.
Para cerrar, Espinoza remarcó que ésto no tiene un rédito económico, no nos da puntaje, es el espíritu, la vocación, para que otros jóvenes puedan tener una misma experiencia. Lo hacemos porque nos gusta y además para que ellos mismos lo repliquen más adelante. Estamos sembrando una semilla.
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