Durante años se repitieron como un mantra en los discursos y campañas. Ahora desaparecieron de la agenda oficial. Lejos de avanzar, la largamente prometida pero nunca concretada construcción de las cloacas en esta ciudad parece retroceder, ya que en los últimos tiempos, el proyecto incluso desapareció como por arte de magia del discurso de los dirigentes políticos locales.
En el último discurso de inauguración del período legislativo de este año, el intendente Waldomiro Dos Santos no contempló la gestión por las cloacas. El dato paso casi desapercibido, pero los más avezados se sorprendieron porque era un ítem que se venía pregonando en todas las oportunidades que el jefe comunal hablaba en público y a nivel institucional.
Según pudo saber PRIMERA EDICIÓN, Dos Santos habría asegurado a sus funcionarios que las gestiones están muy avanzadas y les pidió tranquilidad y prudencia para hablar del tema. Lo llamativo es que antes el propio intendente lo mencionaba a cada rato, a pesar de que los trámites estaban parados, e incluso en el inicio de las sesiones ordinarias del Concejo Deliberante de 2017 expresó que está difícil conseguir la financiación con este Gobierno nacional, pero si hace falta, voy a ir a gestionar los fondos en el Banco Interamericano de Desarrollo o el Banco Mundial.
Los estudios preliminares para la construcción de las cloacas -financiados por la Nación- estarían terminados, según aseguró un alto funcionario municipal. Aparentemente se concretaron entre 2015 y 2017 y arrojaron la necesidad de un presupuesto que superaría los 500 millones de pesos.
Máximas dificultades
San Vicente, al igual que la mayoría de las ciudades del centro de Misiones, tiene el inconveniente de no contar con un caudal de agua suficiente para el drenaje de los desechos que se tiran en las cloacas, por lo que necesita un tratamiento distinto de los líquidos cloacales que las ciudades con costa al río.
Ese tratamiento, según los especialistas que hicieron los estudios previos, llevaría semanas hasta estar listo para ser liberado a un arroyo, que llevaría los líquidos ya reciclados a los cursos de aguas más grandes.
Otro punto en contra que encarecería la construcción y el mantenimiento del sistema cloacal en San Vicente es el desnivel del terreno. La ciudad drena sus aguas pluviales en tres cuencas distintas: el arroyo Tarumá, el Guiray hacia el río Uruguay y el Agua Blanca hacia el Paraná. La idea es colocar bombas elevadoras para llevar los desperdicios hacia una sola cuenca, que sería la del Tarumá, donde están las tierras que se utilizarían para construir las piletas de decantación y purificación.
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