Desde hace unos 15 años, la sociedad está atravesando por una etapa en la que la tecnología arrasó la vida cotidiana de todos: computadoras, teléfonos celulares, tablets y demás elementos que se renuevan a pasos agigantados, con nuevas funciones y entretenimientos.
Los misioneros no estamos exentos a estos cambios y la familia, mucho menos. ¿Modificó la tecnología la dinámica familiar? Claramente sí, y en medio de todos estos cambios, se encuentran ellos
los niños.
La Academia Americana de Pediatría (American Academy of Pediatrics) y la Sociedad Canadiense de Pediatría (Canadian Society of Pediatrics) afirman que los niños de hasta dos años no deberían estar expuestos a ningún tipo de tecnología, y que entre los 4 y los 8 deben utilizarla 1 hora por día. Claramente, no es esto lo que observamos a diario, en salas de espera de algún pediatra, en el colectivo, y en un sinfín de espacios en donde se observan niños de muy temprana edad con algún celular o tablet que los entretenga.
Lo cierto es que un niño necesita cuatro conductas básicas para desarrollarse saludablemente de forma íntegra: movimiento, tacto, sociabilización y experiencia con la naturaleza, cuatro aspectos que no se consiguen frente a una pantalla.
Correr, saltar, trepar un árbol, andar en bicicleta, la escondida, la tocadita y numerosos juegos pasados de moda, son los que tienen que volver a ser centro en la vida de los niños, siendo ellos los protagonistas. A su vez, estas actividades favorecen el proceso de socialización y con ello también el saber esperar el turno, respetar el espacio del otro, aceptar normas de juego, lograr acuerdos comunes; todos aspectos importante para desenvolverse adecuadamente en una sociedad que no es una pantalla en la que se juega solo.
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