Después de dos mandatos consecutivos, Raúl Castro cedió el poder y ya no habrá ningún líder histórico de la revolución al frente del país. El ungido por la Asamblea del Partido es Miguel Díaz-Canel. En principio, y casi de seguro, los cambios en la isla no abrirán ninguna puerta hacia la democracia. ¿Es potestad de los países interferir en otros gobiernos?
Nada es para siempre, ni siquiera la Cuba romántica con la que soñaron y sueñan los revolucionarios del mundo. Este último jueves, Raúl Castro cedió el poder a Miguel Díaz-Canel. Ya ninguno de los históricos héroes de la Sierra Maestra volverá a presidir la isla. Los personajes de la historia del siglo XX, tarde o temprano desaparecen y se convierten en libros.
La revolución sigue y seguirá viva prometió el nuevo presidente en su primer discurso. Hace diez años, cuando Fidel Castro entregó el mando del país a su hermano, ya había cosas que se habían puesto en movimiento en la rígida estructura de la isla y éstas cada vez son más evidentes.
Ungido por el partido castrista
Se sabe poco de él. Miguel Díaz Canel tiene 57 años. Nació al año siguiente de la revolución (1959). Empezó su carrera política en la provincia de Santa Clara, de donde es oriundo. Desde allí llegó a ser el primer secretario del Partido Comunista de Cuba. Se graduó de ingeniero electrónico en 1982. En 1987 formó parte de las juventudes comunistas y viajó a Nicaragua para trabajar como docente, en apoyo al movimiento sandinista del presidente Daniel Ortega.
Padre de dos hijos, se hizo conocido por su perfil político cercano a los que necesitaban de alguna ayuda. Entre sus particularidades como funcionario del partido se comenta que era habitual que apareciera en cualquier estamento público de improviso, para corroborar cómo se estaba trabajando allí.
En 2009 fue designado como ministro de Educación Superior. Supo acercarse a la comunidad gay y a los jóvenes rockeros de la isla que se expresaban en el centro cultural El Menjunje, que floreció con su apoyo. Eso sí, aunque mostró un perfil menos ortodoxo, a nadie le cabía duda que era uno de los acérrimos defensores de la Cuba comunista. En los últimos tiempos criticaba abiertamente la injerencia de embajadas europeas en la política de su país.
En ese sentido, es un buen discípulo, fue preparado durante años por la dirigencia. Si bien fue elegido por el 98,83% de los votos de los asambleístas, es necesario decir que fue el único candidato al puesto. Es una verdad de Perogrullo pero es necesario comentarla: en Cuba la oposición no puede participar de elecciones. El Partido Comunista, la fuerza dirigente superior de la sociedad y el Estado, tal como reza la Constitución, proscribe cualquier participación que no sea habilitada por la estructura.
Continuismo
En un mundo polarizado con sistemas de gobiernos democráticos y con economías basadas en el capitalismo, Cuba se convirtió en una isla que fue mucho más allá de su definición topográfica. Su modelo de gobierno comunista disfrazado de una supuesta democracia, está vigente desde 1959. Hoy existen solamente dos países con una organización estatal parecida a la de Cuba: China y Corea del Norte.
Está aislada por propia decisión soberana, pero también por presiones de gobiernos extranjeros y bloqueos económicos liderados por Estados Unidos. Durante 59 años, su nombre ha sido sinónimo de un apellido familiar. Aunque las dictaduras más nombradas fueron las de Stroessner, Pinochet y Videla, la que existe en Cuba es la más larga de la historia de Latinoamérica. Si nos regimos por la ética, ningún país debería tener injerencia en las decisiones de otros Estados, pero en el mundo real eso no sucede. Los Castro supieron aguantar intentos de invasiones para derrocarlos (Bahía Cochinos), intentos de asesinatos a Fidel. Hasta supieron aguantar la debacle económica tras la caída de la Unión Soviética, como así también las campañas políticas en contra de los que huyeron de la isla. Criticar al gobierno, puertas adentro se paga con la cárcel.
Cada pueblo tiene derecho a decidir qué Gobierno quiere y a quién prefiere que conduzca el país. En las últimas elecciones municipales, votaron ocho millones de ciudadanos para elegir a quienes iban a ser sus representantes en la Asamblea. Pero no todo es lo que parece. El problema radica en que el sistema está armado para que solamente los representantes del comunismo lleguen a ese parlamento. Ergo, solamente iba llegar a la presidencia el candidato del partido, Miguel Díaz-Canel. Cubacracia.
Su sistema de gobierno ha sido exaltado y vilipendiado en el mismo tenor, principalmente en los países de habla hispana. Fue el espejo donde se miraron las guerrillas revolucionarias de los 70, y mucho más acá, donde se vieron reflejados los presidentes latinoamericanos cultores del socialismo del siglo XXI.
Organizados en partidos políticos, en nuestro país hay miles de personas que ensalzan el modelo cubano. Son los más ruidosos. Cuando se movilizan nunca pasan desapercibidos. Sus críticas a la economía de los gobiernos oligarcas y o burgueses, a mi entender muchas veces son acertadas. Es que es cierto que el sistema económico capitalista genera desigualdad. Pero tampoco el modelo estatal cubano, es la panacea. Funciona en base a la mano dura, no se permiten disidencias. Cuando aquí los empuja la policía en una marcha, lo primero que dicen es queremos denunciar a este gobierno represor
¿Algún argumento serio para ofrecer? No, ah, ok. A la hora de las elecciones no sacan más del 3% de los votos. Mayoritariamente los argentinos no quieren vivir en un país como Cuba.
Como se mencionó en el párrafo anterior, en los 70 aparecieron en nuestro país grupos como el Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP) y los Montoneros, queriendo conquistar el poder a los tiros, tal como había sucedido en Cuba con la revolución contra el gobierno de Fulgencio Batista. Ya sabemos que la violencia que generaron fue una de las patas del monstruo que se llamó Proceso de Reorganización Nacional. Y muchos todavía destacan a esa juventud maravillosa setentista. No hay autocrítica. En los males del pasado ellos no se anotan.
-¿Y la salud, y la educación, y el hambre del pueblo? ¡Cuba es un ejemplo¡ dicen sus defensores. Pero nunca cuentan la historia completa.
No se puede negar que el sistema comunista logró que Cuba no tenga desnutrición, un sistema de salud eficiente y uno de los más altos índices educativos comparado a los países capitalistas más desarrollados. ¿Será porque ahí están prohibidos los sindicatos y menos que menos, podrían ser usados como arietes de la política partidaria como sucede en nuestro país?
En Latinoamérica las izquierdas miran al régimen de Cuba como el modelo social a seguir. Los gobiernos de centro y centro derecha buscan que sus políticas sean similares a la de los Estados Unidos, Inglaterra, Francia o España. Pero nadie mira a los países escandinavos. Ellos lograron domar al sistema capitalista, tienen los más altos estándares de vida, en democracia, libertad y sin represión. Pero bueno, somos latinos, con lo bueno y lo malo. Hay cosas que no se pueden cambiar.
¿Qué será de Cuba sin los Castro?
Y sí, esta semana se dio una vuelta de tuerca más a los giros que comenzaron a suceder en Cuba tras el alejamiento de Fidel Castro del poder en 2008.
La reapertura de relaciones diplomáticas con Estados Unidos (Jorge Bergoglio y Barack Obama mediante), aunque ahora Trump hizo retroceder casilleros a La Habana, mostró que Raúl Castro necesitaba abrir una puerta para ayudar a la economía de la isla. La posibilidad de que los cubanos tuvieran sus propios microemprendimientos y también llegaran inversiones en infraestructura turística fue visto con buenos ojos por un gobierno que (como se ha dicho) hace décadas decide sin que nadie pueda oponerse, qué es mejor para sus habitantes.
El presidente saliente no se va del todo de la escena, Raúl quedará como primer secretario del Partido Comunista hasta dentro de cuatro años, cuando cumpla sus 90. Será interesante observar cuál será el giro que podría llegar a darle Díaz-Canel al régimen. Sobre una apertura democrática en serio, es algo muy difícil que suceda. No olvidemos que hay una estructura que hace 60 años viene echando raíces en la isla. Por más presiones, o ataques de conciencia que le agarre al novísimo Presidente del Consejo de Estado o a quienes lo sucedan en el futuro (cada cinco años vencen los mandatos), el poder, los privilegios, el pertenecer a una clase acomodada, es algo que no se deja así porque sí. Sobre todo cuando el sistema está bien aceitado para que nada cambie. Ahí es donde se terminan los romanticismos de la revolución. En Cuba hay comunismo para rato. ¿Así lo quiere su pueblo?
En fin, quiénes somos nosotros para decir qué gobierno deben tener los demás, si aquí hace 70 años que estamos a los tumbos y no sabemos qué país es el que queremos.
Por Lic. Hernán Centurión
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