En los talleres grupales todos participan. Hay personas que abren una constelación personal. Hay personas que ayudan como representantes de los que constelan y hay personas que solo observan. Ya desde la convocatoria, todos los que asisten a un taller están formando un sistema, algo mayor los convoca.
¡Todos estamos resonando con algo en común! El que constela solo nos muestra al resto, algo que tiene que ser visto
Lo que se nos muestra, lo que acontece, eso que vemos, eso que me mueve o me emociona también es mío
. ¿cómo podría yo entenderlo si no fuera propio?
Así quedamos unidos por un hilo invisible de resonancia. Te veo, me veo, somos parte y a través de lo tuyo me reconozco y puedo ver y sanar lo mío.
¿Cómo es la dinámica de un taller?
La persona que va a constelar comparte en una sola oración, en lo posible, el tema que quiere trabajar. Luego es posible que la consteladora le haga alguna pregunta sobre su familia. Es importante que el tema elegido sea esencial.
El terapeuta le dice entonces que elija entre los presentes, representantes para algunos miembros de su familia. A veces solo hará falta elegir a un representante, otras se pondrán más personas.
Estos representantes salen, se recogen internamente, como para estar totalmente centrados y a partir de ese momento solo escuchan sus sensaciones corporales. En alguna ocasión tendrán que decir una frase que el constelador le indique, que se pronuncia sin emoción, de un modo neutro. Así, la dinámica interna de la familia surge, en el silencio, a través de los desplazamientos, posturas y sensaciones de los representantes. El terapeuta dirige la evolución de la constelación familiar restaurando paso a paso el orden, respeto y amor hasta conseguir liberar la energía bloqueada del tema propuesto por la persona.
Esa liberación permite cambios profundos y sutiles en el seno del sistema. Al cabo de varios meses o quizás semanas, se podrá apreciar una transformación en la vida de la persona y sus familiares. Siente más fuerza y paz, siente que puede empezar a vivir su propia vida, beneficiándose del apoyo y amor de las generaciones anteriores.
Es tan terapéutico hacer su constelación como ser representante u observador, ya que en esa terapia el trabajo se hace a distancia, por resonancia, sin reflexionar y sin hablar. No tiene que ver con la razón.
Es muy recomendable participar en varios talleres sin hacer su propia constelación, bien para prepararse, bien para reforzar su propia terapia.
Los cambios duraderos son frutos de tomas de conciencia globales, no de decisiones racionales.
Es un trabajo de una gran sencillez y sinceridad, muy conmovedor, sin teatralización de los sentimientos. Y su eficacia es sorprendente cuando la persona está abierta al cambio.
Colabora
Patricia Couceiro
Consteladora
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