Ramón Cayetano Valenzuela (51) fue ultimado de un disparo de escopeta. Sus familiares dijeron que se había quitado la vida, pero la parafina apuntó directamente contra la mujer. Sucedió el martes a metros de El Arco.
De deudos a sospechosos. Y de sospechosos a detenidos. Una mujer, su hija y el yerno terminaron tras las rejas bajo sospechas de simular un suicidio. El objetivo habría sido ocultar el crimen del marido de la primera mencionada, quien murió tras recibir un disparo de escopeta en la cabeza, en un hecho registrado el último martes en cercanías de El Arco.
La ciencia, una vez más, ayudó a los investigadores a avanzar en busca de la verdad. Sucede que fue el examen de parafina -utilizado para hallar rastros de pólvora- el que dio negativo en el cadáver de quien en vida fuera Ramón Cayetano Valenzuela (51). Y al contrario de la primera versión aportada por la familia, arrojó resultado positivo en las manos de la viuda, de 48 años.
Ese test, sumado a otros indicios, derivó en la detención tanto de esa mujer como de su hija y la pareja de ésta, quienes ahora deberán responder por el hecho ante el magistrado César Yaya, titular del Juzgado de Instrucción 2 de Posadas, secretaría de Fabián Imlauer.
Se quitó la vida
Según pudo saber PRIMERA EDICIÓN, la llamativa historia comenzó a gestarse alrededor de las 15 del último martes, cuando una llamada telefónica alertó a los efectivos de la comisaría Séptima sobre el episodio.
Los uniformados no tardaron en arribar a la estancia Santa Rita, emplazada a pocos metros de la exruta nacional 12, cerca de la rotonda del Bypass. Allí se entrevistaron con la mujer de Valenzuela, quien indicó que alrededor de las 14 había mantenido una discusión con el hombre, al parecer, a causa de una supuesta infidelidad.
Siempre al decir de esa testigo, tras el pleito, el hombre tomó una escopeta calibre 16 milímetros y caminó hacia un establo devenido en depósito, emplazado en el mismo predio, de donde minutos más tarde provino un disparo de arma de fuego. Cuando la familia fue a cerciorarse de lo ocurrido, descubrió con asombro que el sujeto se había quitado la vida.
Una historia que no cerraba
Las autoridades ordenaron las pericias de rigor. En primer turno, arribaron a la escena efectivos de la Dirección de Criminalística de la Policía provincial, junto al médico policial. El facultativo confirmó una herida de arma de fuego en el cráneo que le provocó estallido con salida completa de masa encefálica, tras lo cual solicitó una autopsia.
Posteriormente, los peritos encontraron los primeros indicios de que algo más que un suicidio había sucedido. El cuerpo fue hallado boca abajo pero, llamativamente, tenía rastros de tierra en la espalda, como si hubiera caído boca arriba y alguien se tomó el trabajo de darlo vuelta antes de que llegue la Policía.
Ese rompecabezas comenzó a cerrar minutos después de las 18, cuando se procedió a la realización de los exámenes de parafina, sustancia que cambia de color ante la presencia de pólvora y otros desechos propios de la deflagración de un arma de fuego.
Para sorpresa de los especialistas, ese test dio negativo a la hora ser realizado en las manos de Valenzuela. Y al contrario de la primera versión aportada por la familia, terminó por dar positivo una vez que fue realizado a la viuda. Antes de la madrugada de ayer, esa mujer, su hija y su yerno fueron detenidos por orden de la Justicia.
Tres involucrados
Por el momento, los investigadores dan por cierta como reconstrucción aquella que apunta a que Valenzuela y su esposa discutieron después de que se descubriera una presunta infidelidad en la pareja.
La principal hipótesis indica, entonces, que la mujer tomó la escopeta y ejecutó a su marido. Después movió el cadáver algunos centímetros y lo acomodó en el establo o depósito. Se investiga el grado de participación que pudieron tener los otros dos detenidos. Por lo pronto, se sabe que ambos aseguraron ante la Policía que escucharon a lo lejos el disparo y hablaron de un suicidio.
Así las cosas, el magistrado Yaya ordenó el cambio de carátula de la causa, que pasó entonces de suicidio a homicidio simple, delito que prevé penas de entre 8 y 25 años de prisión. La Justicia intentará establecer ahora qué fue lo que realmente sucedió en la estancia y qué responsabilidad le cabe a cada uno de los tres involucrados.
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