Así lo afirmó Abigail Fleitas, impulsora del merendero Bichito de Luz, del asentamiento Las Tacuaritas. Con las donaciones que recibe proporciona una merienda los viernes. Los chicos que llegan por la comida tienen carencias de todo tipo. Están armando un roperito.
El merendero Bichito de Luz funciona, por ahora, en una vivienda familiar. Allí, debajo de una galería techada que resguarda a los comensales de la lluvia, el frío o el calor, se sirve leche y pan a unos 40 chicos del asentamiento Las Tacuaritas, lindante a un extremo del barrio Fátima.
Para muchos de estos niños representa el único alimento que ingieren antes de irse a dormir. Pero se sirve una sola vez por semana (los viernes) y así la ayuda se transforma en casi nada cuando se quieren llenar pancitas de por sí insatisfechas.
El hambre que sienten los niños no sabe esperar, dijo a PRIMERA EDICIÓN la impulsora de la iniciativa. Su nombre es Abigail Fleitas, una joven trans conocida y muy querida en el barrio por sus gestos de solidaridad. Ella no está sola, cuenta con el apoyo del Colectivo 108, una ONG de Derechos Humanos de la Diversidad Sexual y la Equidad de Géneros, del cual es parte.
Por ahora, una de las novedades que entusiasma a la joven es que hay tratativas para un padrinazgo, lo que le permitiría levantar un pequeño tinglado en el patio donde se llegan a reunir hasta 40 chicos. Sin embargo, hasta que se concrete la soñada obra, ella no se cansa de golpear las puertas que sean necesarias para conseguir los insumos para la merienda de los viernes.
Algunas veces podemos dar la comida más días a la semana, porque la cantidad de alimentos donados es mayor. Todo lo que llega a la mesa es gracias a la ayuda que brindan amigos, parientes y particulares solidarios que se enteran de la iniciativa, destacó.
Festejar los cumpleaños
La carencia a la que están expuestos estos niños se puede observar con solo recorrer unas cuadras de Las Tacuaritas. Las que mayormente nota Abigail, tienen que ver con las muestras de afecto.
Mientras meriendan, los chicos le cuentan, por ejemplo, que quieren tener un festejo de cumpleaños y regalos. Entonces se le ocurrió organizar las fiestitas una vez al mes, juntar todos los cumpleaños correspondientes, para apagar las velitas todos juntos, tener globos y también los regalos que sus padres no les pueden dar.
Queremos proporcionales un poquito de alegría a los chicos que se acercan al merendero, por eso también juntamos juguetes, no importa si son usados, solamente que estén en buen estado, se entusiasmó.
Comunitario
Abigail no sabe quedarse quieta. La moviliza la profunda necesidad que ve en los chicos que atiende en la casita; por eso se propuso además juntar todas las donaciones posibles de zapatos para niños desde un año hasta los 17, ropa de abrigo y juguetes.
Para conocer y colaborar con esta misión, la joven proporcionó su teléfono particular: 3764229739. Hay mucho por hacer. La iniciativa, aparte del ropero comunitario y la merienda de los viernes, apunta a poder proveer la cena para ser servida, o bien, retirada tres veces por semana, a ultima hora de la tarde.
Desde muy chica me sentí movilizada por la solidaridad, especialmente porque recibí mucha ayuda y esto me hace sentir que puedo devolver lo recibido. Así como me dieron una mano a mí, me gustaría ofrecer toda la solidaridad que me sea posible a los demás, sonrió.
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