PRIMERA EDICIÓN habló con Ricardo Rulo Rodríguez ,el letrado posadeño que defendió a ambos en una causa por tenencia de armas y falsificación de documentos. “Si la Justicia Federal hubiera actuado como corresponde el secuestro de Schaerer no se hubiese producido dijo.
Hay algo seguro. José El Ruso Lohrmann y José Potrillo Maidana ya habían realizado trabajos y conocían Posadas. Ambos eran líderes de una megabanda dedicada a perpetrar golpes multimillonarios tanto en Argentina como en Uruguay, Chile, Brasil y Paraguay. Sin embargo, tras el secuestro de Cristian, se esfumaron. Pasaron 14 años hasta que en febrero de 2017 el dúo cayó en Portugal, tras una serie de asaltos a bancos de ese país.
Del paso de ambos por la capital provincial fue testigo excluyente Ricardo Rulo Rodríguez (66), abogado del foro local quien, pese a las innumerables causas que pasaron ante sus ojos en los 35 años que lleva de profesión, aún recuerda como si fuera ayer el día en que conoció, sin saberlo, a dos de los delincuentes más peligrosos de la región que se transformarían, luego, en los más buscados del país.
Fue el Jueves Santo de 2003, me llamaron de la Primera y me pidieron que vaya. Habían detenido a cuatro en la vereda de un hotel del barrio El Palomar y uno de ellos tenía una pistola nueve milímetros. Andaban en dos autos y, en uno de esos vehículos, tenían cintas para cerrar calles, pelucas y otros objetos sospechosos, cuenta Rodríguez en su despacho, donde recibió a PRIMERA EDICIÓN.
Los cuatro resultaron ser un uruguayo que acababa de cumplir condena por narcotráfico en Brasil, Lohrmann, Maidana y Cristian Carro Córdoba, sentenciado a 25 años de prisión en 2009 por el caso Schaerer. Sin embargo, de las identidades de los cuatro, ni el abogado que los defendió ni la propia Justicia supieron hasta mucho tiempo después. Sucede que todos tenían documentos apócrifos con nombres y apellidos falsos.
Maidana se hizo cargo del delito de tenencia ilegal de arma de fuego ante la Justicia provincial. En tanto, ante la Justicia Federal se inició una causa contra los cuatro por falsificación de documentos. Sin embargo, en vez de chequear y confirmar la identidad de cada uno, desde el Juzgado insólitamente se ordenó la liberación de todos y que queden supeditados a la causa.
Ellos en todo momento me decían doctor, esto va a tener que ser rápido o no va a poder ser, lo que me indicaba que algún currículum tenían y no querían que saltaran sus verdades identidades. Lo cierto es que como los liberaron tan rápido, para mí como abogado fue un éxito. Ni ellos lo podían creer, al punto que en vez de pagarme mil pesos, lo que me debían, me dieron mil dólares, recordó Rodríguez.
Una muestra del poderío y del peso de la banda quedó reflejado en uno de los episodios que rememoró ahora el letrado. Además de detenerlos, aquella vez se les secuestró un Renault Megane y una Peugeot Partner. Cuando fuimos a buscar esos vehículos, ya liberados por la Justicia, uno de los laderos de la banda vino conmigo. Sacamos los rodados y entonces abrió la puerta de atrás del Megane, metió la mano en la luneta trasera y sacó dos revólveres Magnum .357. Menos mal, me dijo, graficó el abogado.
Desde ese entonces hasta el secuestro de Cristian, cuando se esfumaron, Rodríguez tuvo una relación constante con Lohrmann y Maidana, sin saber aún quiénes realmente eran. Siempre me llamaban para preguntarme si no me faltaba nada. Y cuando viajaba a Buenos Aires, no aceptaban un no y me invitaban a tomar un café. Siempre estaban vestidos de punta en blanco y andaban cada uno en uno de esos autos Alfa Romeo, rememoró Rodríguez, quien agregó que, cada vez que preguntaba por alguno de los cuatro detenidos aquella vez en Posadas, recibía la misma respuesta:?Está trabajando en el exterior, doctor. La banda golpeaba no sólo en Argentina.
La confianza que ganó con sus clientes le permitió conocer algunos detalles inéditos hasta hoy, por ejemplo, por qué Maidana tiene la falange de una mano amputada. Lohrmann me contó que la Policía bonaerense había agarrado a Potrillo tras un golpe grande y lo apretaron para que diga dónde había escondido el dinero. Lo amenazaron para que cante, bajo amenazas de que le iban a cortar un dedo. Adelante, les dijo Maidana. Y se lo cortaron. Eran tipos pesados, confirma Rodríguez.
El abogado posadeño imaginaba algo sobre el pasado de sus defendidos, aunque recién se enteró de quiénes eran meses después, una vez que el diario Clarín, en referencia al secuestro de Schaerer, publicó la historia de Lohrmann y su banda. Ese día salió en el diario un artículo que decía Familia de delincuentes, a dos páginas, y en una de ellas estaba todo el currículum de los acusados y una foto de Lohrmann, vestido con un uniforme camuflado, con un bebé en una mano y un fusil FAL en la otra. Ahí tomé conciencia sobre quiénes realmente eran, aseguró el especialista en leyes.
Más tarde, ante la repercusión por el caso Schaerer, los investigadores misioneros concluyeron que Lohrmann y su banda estuvieron detrás del asalto armado al banco Bisel, perpetrado en septiembre de 1999 en pleno microcentro posadeño, y en el secuestro del gerente de una cadena de supermercados local, en 2003.
Tras el secuestro de Schaerer, Rodríguez perdió todo tipo de contacto con Lohrmann y Maidana. Alguna vez escuché que estuvieron en Venezuela y de ahí cruzaron a Europa, pero nada más, subrayó. Y cerró con una reflexión interesante: Alguna vez me llamaron de una radio de Buenos Aires y dije lo mismo que digo ahora: si la Justicia Federal hubiera actuado como corresponde aquella vez que cayeron en Posadas, es decir, identificándolos, hubiesen saltado sus antecedentes y pasado varios años en prisión. Y el secuestro de Schaerer no se hubiese producido.
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