A partir de hoy, Nicolás Dujovne se convertirá en el único responsable del rumbo económico del país, al asumir la coordinación de nueve ministerios con la misión de reencauzar la inflación y el gasto público.O lo que es lo mismo, profundizar los ajustes necesarios para seducir al Fondo Monetario Internacional (FMI) de cara al préstamo stand by que por estos días se sigue negociando.
Desde la ortodoxia se aplaude la decisión del gobierno de Cambiemos, que (sin siquiera un anuncio oficial) ahora deshace la ramificación del gabinete económico en muchas manos, incluso contrapuestas, que él mismo había creado ante la atónita mirada de los especialistas.
Pero no cabe duda que la alusión a superministros, como lo será Dujovne a partir de hoy, causa un escozor extremo a los ciudadanos argentinos de a pie, que aún tienen más que presentes experiencias anteriores, incluso de este mismo siglo, que terminaron de la peor manera.
Es de esperar que, así como (según aseguran) el FMI aprendió de sus errores y ahora muestra un rostro más humano ante las crisis ajenas, el actual Gobierno argentino tampoco caiga en las redes de los fantasmas del pasado y el nuevo superministro tenga recetas más saludables para todos que su antecesor.
De todos modos, no deja de parecer un contrasentido -al menos, superficialmente- que se hable de recortes en el gasto público al mismo tiempo que se sostiene la estructura de nada menos que nueve ministerios que -según demuestra el propio macrismo- podrían resumirse en uno solo, toda vez que Dujovne no viene a reemplazarlos sino solo a coordinarlos.
Esto vuelve a llevar el foco al mismo lugar de siempre: gobierno tras gobierno, el poder político argentino se blinda ante los recortes y el ajuste lo pagamos los mismos una y otra vez. Hasta que eso no cambie, poco podrán cambiar Cambiemos y la Argentina.
Discussion about this post