Aseguró que en la UNaM estudian las clases medias y pobres y destacó que el 80% de los profesionales de la provincia se graduó en esa universidad. Habló de lo hecho y lo que quedó por hacer. El 6 de julio dejará el Rectorado en manos de su sucesora.
Un mes antes de dejar el rectorado de la Universidad Nacional de Misiones (UNaM), Javier Gortari habló con PRIMERA EDICIÓN sobre estos ocho años de gestión, los cambios que logró llevar adelante, los que quedaron en proyectos, la dura situación presupuestaria que atraviesa hoy el sector y el país en general, los ajustes que ya se aplican y los que se avizoran.
En una charla amena, Gortari admitió el impacto que tuvo en la comunidad docente de la UNaM el primer juicio académico, que tuvo lugar el año pasado; y el posicionamiento de las mujeres en los cargos jerárquicos en la universidad. Una entrevista con tono de balance con el único rector reelegido en la historia de la UNaM.
¿Considera volver a postularse más adelante?
No, creo que es muy sabio nuestro Estatuto que establece la posibilidad de una sola reelección que, en cierta forma, permite concluir cosas que quedan a medio hacer y en ocho años se pueden consolidar. Pero hay que dar lugar a la gente que se viene formando en la gestión de las facultades y que, por naturaleza, es más joven. Más allá de que la UNaM no sea una de las universidades más grandes del país, tiene más de 2.000 trabajadores y 23.000 alumnos y esto la hace de una complejidad interesante. Complejidad implica siempre conflicto y un buen gobierno debe avanzar hacia un conflicto que sea productivo, es decir, que se traduzca en avance y desarrollo. Pero, para eso, hay que tener energía, vocación e ideas nuevas y es cierto que los años de gestión a uno lo van embruteciendo en las cosas que ya conoce y hay cosas que uno ya no ve o no quiere ver.
¿Volverá a dar clases en la Facultad de Humanidades?
Sí, soy docente investigador y tengo cátedras. Creo que tenemos un desafío importante como docentes para lograr que más estudiantes puedan terminar la carrera, lo que quiere decir que tenemos que enseñar mejor, conocer más la realidad de los estudiantes para lograr que puedan avanzar en sus carreras.
Muchos dicen que el mayor logro de su primer mandato fue el haber saneado las cuentas cuando la universidad tenía un rojo cercano a los 10 millones de pesos ¿cree que fue eso lo que incidió en su reelección?
Creo que lo administrativo fue una condición necesaria para poder salir de pensar todos los días si podíamos pagar la luz, a poder pensar en desarrollos sustantivos: carreras y sedes nuevas. Pudimos avanzar en las sedes de Puerto Iguazú, San Vicente y Puerto Rico. Todas las facultades tuvieron la posibilidad de crecer y desarrollarse en estos años. Por supuesto, cuando uno tiene la posibilidad de manejar recursos para tomar decisiones se genera un ambiente institucional más favorable que cuando estás peleando todos los días por la repartija de un peso que no alcanza para todos. No es que yo sea un genio, lo que pasa es que hubo una política nacional de apoyo a la educación pública en general, y a la educación pública universitaria en particular. Tuvimos presupuestos universitarios importantes, pasamos de 10 millones de dólares en 2003 a 60 millones de dólares en 2015. Eso significó más cargos en el claustro docente y no docente, la posibilidad de abrir sedes y carreras nuevas, nuevos comedores y albergues… una política de crecimiento para los distintos claustros. Nos reeligieron porque logramos articular todas esas condiciones en pro de un proyecto universitario de crecimiento y desarrollo.
Uno de los desafíos de su segunda gestión fue reducir la deserción. ¿Logró reducir la tasa de abandono en estos últimos cuatro años?
Este es un tema estratégico y crítico porque la universidad, por sus propios mecanismos, le dice a casi la mitad de los chicos que cursan el primer año que no pueden seguir estudiando. Para revertir esto, estamos trabajando en articulación con las escuelas secundarias y, además, en la cultura de los profesores universitarios para que sientan que son los responsables de garantizar el derecho a estudiar del sujeto que está en el aula. En cuanto a números, el 20% de los alumnos que ingresan a la UNaM llega a graduarse en tiempo y forma. Es un buen número para el sistema universitario, aunque tenemos que mejorar más. Es el dato que más utilizan los críticos de la universidad pública para cuestionarla. El paso por la universidad, aunque no termine en la graduación, permite a las personas la incorporación de aprendizajes y modos de ver el mundo.
Hace pocos días, la gobernadora Vidal dijo que los más pobres no llegan a estudiar en las universidades públicas… ¿Cómo es la estructura social de la matrícula de la UNaM?
Fue una declaración desafortunada por parte de la gobernadora María Eugenia Vidal, no sólo por lo que pasa en la provincia de Buenos Aires donde efectivamente la gente del Conourbano, Florencia Varela, Quilmes, Lomas de Zamora, La Matanza, no va a la UBA porque tiene universidades en sus lugares. Esto mismo vemos en el interior del país: la UNaM, que este año cumple 45 años de funcionamiento, logró graduar a 21.000 de los 27.000 profesionales y técnicos que tiene Misiones; esto significa que el 80% de los graduados y técnicos que viven en la provincia (según el último censo de población) se formó en nuestra universidad pública. ¿Quiénes son esos graduados? Son personas que vienen de clase media a baja, tenemos población guaraní estudiando y que se ha recibido en la UNaM, hijos de chacareros, de tareferos… la estructura socioeconómica del Nordeste del país es de pobreza y nuestra universidad es la única oportunidad para muchas personas de trascender en la escala social. No vienen a la Universidad Nacional de Misiones los que tienen la posibilidad de ir a la Universidad de San Andrés.
¿Cuánto incide el factor económico en la posibilidad de estudiar y recibirse en tiempo y forma?
Realmente mucho, por eso hicimos un gran esfuerzo en estas dos gestiones en mejorar, reforzar y ampliar la contención material de los alumnos. Hicimos cuatro comedores universitarios: dos en Posadas, en el centro y en el Campus; otro en Apóstoles y otro en Eldorado;?y ampliamos el comedor de Oberá. Además, estamos en plena obra de ampliación de los albergues de Eldorado, Oberá y Posadas, este último lo inauguraremos la semana próxima. El servicio de albergues es crítico porque el alquiler de una pieza muy humilde en el Campus cuesta alrededor de 4.000 pesos, es decir la mitad de un salario y casi el 80% de una jubilación… no cualquier familia puede mantener a un hijo universitario que, además, tiene que vestirse, comprar apuntes, comer. La universidad es gratuita pero es alta la inversión que tiene que hacer una familia para enviar a sus hijos a estudiar. Por eso, tratamos de colaborar en lo que podemos: salud, albergue y comedor. Creo que el boleto gratuito que otorga el Gobierno provincial es muy importante también. La Universidad Nacional de Misiones tiene 24.000 estudiantes y al menos 3.000 almuerzan y cenan en los comedores universitarios. Para acceder al servicio de comedor sólo hay que ser alumno regular, no se requiere demostrar ingreso familiar. Sí pedimos este requisito para acceder a los albergues porque la demanda es más alta que los espacios disponibles (alrededor de 750).
¿Cree que la defensa de educación universitaria pública es la verdadera trinchera de los que aún creen en la posibilidad de ascenso social en Argentina?
Creo que sí. Ayer estuvo en Posadas un pensador importante que relacionó las palabras de Vidal con lo que dijo la mano derecha del Almirante Rojas, luego del golpe de Estado de 1955 contra Juan Domingo Perón: “Por fin, nuevamente, en este bendito país, el hijo del barrendero morirá barrendero”. Creo que, de algún modo, es lo que dijo la gobernadora Vidal. Es una concepción ideológica, prejuiciosa y discriminatoria. Lo que nosotros vemos es que los hijos de familias pobres son tan inteligentes como los acomodados, sólo hay que darles la oportunidad. La defensa de la universidad pública es la reivindicación de dar la oportunidad a la mayor cantidad de gente posible para formarse, educarse y ser más útil a la sociedad.
Hoy todos hablamos de ajuste, del que está en ejecución y del que viene. ¿Qué ajuste sufrió hasta ahora la UNaM y cuáles son los que usted considera que se vienen?
La perspectiva es complicada. Hay menos becas nacionales, las obras de infraestructura que financiaba Nación están paradas o cuasi paradas; además, no están mandando los fondos para funcionar a ninguna universidad. A nosotros nos deben los fondos de febrero, marzo, abril y mayo… estamos funcionando con los créditos que tenemos, con dinero que sacamos de acá para poner allá, pero es acuciante pensar que tenemos que pagar los servicios de agua, la luz, los teléfonos, limpieza, seguridad, comedores, albergues y sostener las extensiones universitarias. Esto pone en riesgo proyectos académicos en Iguazú, Puerto Rico, San Vicente, San Antonio y Santa Ana donde tenemos docentes dando clases que no cobran a través del fondo de salarios. Esto no ocurrió ni siquiera en 2016 y 2017, pero sí está sucediendo este año y tiene que ver con la política de ajuste. Porque la universidad es parte del mal llamado déficit fiscal. Es un problema de ingreso y egreso, se genera el déficit pero se liberó de impuestos a las retenciones, a los exportadores, a las minerías, a los bienes personales… y obviamente los ingresos cayeron y para reducir el déficit van a ajustar el gasto. Para ellos la educación es un gasto, para nosotros una inversión social estratégica. Tampoco se cerró la paritaria con los docentes universitarios: el Gobierno ofrece un 15% frente a una inflación que rondará fácilmente entre los 25 y 30%. Por eso, creo que lo que viene para la nueva gestión, lamentablemente, es mucha conflictividad y ajuste o achique. En el último plenario de rectores, en marzo, ya nos anunciaron que no habrá nueva obra pública para las universidades y que seguirían, mientras se pueda, las que estaban en marcha. De hecho, nosotros tenemos una obra de 25 millones de pesos en la Escuela de Enfermería que está parada porque no nos están pagando los certificados y la empresa no puede seguir sin cobrar. También se licuarán más los salarios con la inflación y el presupuesto universitario. Ya nos habían aprobado un presupuesto con una reducción, porque se pidió 110 mil millones y quedó en 100 mil millones de pesos. Creo que nuestro horizonte más optimista es sostener lo que tenemos medianamente bien.
Gane quien gane, la próxima rectora de la UNaM será una mujer…
Eso es muy importante por lo que significa, no porque piense que por ser mujer gestionará mejor o peor. Creo que esto habla de una democratización de nuestra universidad donde el 51% de nuestros docentes, el 65% de nuestros estudiantes son mujeres. Hay una mayoría femenina y está bueno que lleguen a la conducción en nuestra universidad. De hecho, de las seis facultades de la UNaM, tres están gobernadas por mujeres.
Estudiantes de distintas universidades están denunciando situaciones de abuso de los docentes. En Misiones, el caso más emblemático fue el del docente Luis Monte. ¿Cómo impactó para adentro?
El movimiento de mujeres por la reivindicación de sus derechos y la equidad de géneros es muy fuerte y atraviesa a toda la sociedad, incluida la universidad. En este contexto, se están dando denuncias en el interior de las facultades por situaciones de desigualdad de género, por abuso de poder… esto nos va a obligar como universidad a pensar estructuras y dispositivos para atender esas situaciones. El caso de Monte, en la Facultad de Humanidades, se hizo público y terminó con un juicio académico. Lo que sucedió impactó muy fuerte en la UNaM, para formar cultura porque hay cosas que antes se naturalizaban y ya no pueden darse como naturales. Esto nos obliga a los hombres a repensar en nuestras relaciones con las alumnas y pares docentes y no docentes. Esto me pareció muy positivo.
¿Qué le quedó por hacer o a medio camino?
Las estructuras edilicias propias para las expansiones aúlicas de la UNaM en lugares claves: San Vicente, Puerto Iguazú y Puerto Rico. Estuvimos buscando financiamiento y lo incorporaremos a un plan de desarrollo estratégico.
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