El Museo de Fauna y Flora Misionera de Wanda trajo a Posadas 74 ejemplares de su catálogo de alrededor de 500, con las más diversas especies, muchas de ellas ya desaparecidas de nuestros montes.
Un yaguareté y un jabalí, un gato onza y un tirica, un yacaré y un tamanduá, un búho y una ardilla, un tucán y una tijereta, un cóndor y un carancho, un carpincho y un puercoespín, un mono caí y un carayá. Todos estos referentes de la selva misionera y muchos más integran una peculiar exposición de piezas embalsamadas, inaugurada la semana pasada en la galería de la Cámara de Representantes provincial y que permanecerá a disposición del público hasta fin de mes.
Se trata de una pequeña muestra de 74 ejemplares de los alrededor de 500 que conserva el Museo de Flora y Fauna Misionera Mietek Chudy, en Wanda, que comparte espacio con el histórico Museo del Inmigrante Nuestra Señora del Iguazú.
Los animales llegaron a Posadas de la mano del propio autor de cada uno de esos trabajos y quien da nombre al Museo; del director de dicho establecimiento, Casimiro Sawicki, y el intendente de la localidad, Felipe Jeleñ.
Todos ellos coincidieron que tanto el Museo como su desembarco en Posadas responden al objetivo de generar conciencia en torno a la necesidad de la conservación ambiental, a partir del hecho de que buena parte de las especies que ahora lucen embalsamadas en la galería de la Legislatura ya no existen, otras se ven muy poco en la zona y solo algunas, por suerte, todavía conviven con nosotros, recalcó Sawicki.
Por eso, remarcó que la idea es ir potenciando que todos tomemos conciencia de la importancia de la preservación de la fauna y de la flora, que en definitiva es la preservación de nuestra propia vida, porque si no tenemos el agua, los árboles, los animales y el medio ambiente, nos vamos eliminando entre nosotros. Nunca es tarde para que tomemos conciencia del daño que podemos hacer con determinados hábitos, a veces de forma premeditada (como la caza furtiva) pero también muchas veces de forma accidental (atropellamientos, por ejemplo), sentenció.
Cómo empezó todo
La historia de Mietek Chudy y sus animales embalsamados arranca hace más de 40 años, cuando él tenía apenas 15, en una época en la que los colonos trabajaban las tierras, plantaban, criaban animales y los bichos venían y los atropellaban; y ellos, en defensa de su subsistencia tenían que eliminarlos. Me dolía el alma al ver eso, porque esos animales se pudrían, recuerda, aclarando que no era exactamente que tenía una conciencia ambiental en esa época, era solo una forma de preservar algo que se perdía. Entonces, apareció en una revista un artículo que hablaba del arte de embalsamar y empecé a estudiar eso por correspondencia, a practicar y ahí están los resultados.
Los primeros animales me los traían los vecinos, la colonia era como una familia grande y cuando yo comenté sobre mi primer trabajo, más o menos yo era Dios con 15 años, entonces todos empezaron a traerme los animales que mataban o que encontraban, o me avisaban dónde estaban por si me servía. Llegué a tener lo que tengo casi sin darme cuenta. Por ahí me faltaba para comer o para vestirme, pero siempre tenía que tener para los productos, eso era lo más importante para mí. Hoy sí, me doy cuenta de la importancia que tiene, porque antes en la chacra nos codeábamos con estos animales y hoy vamos al monte y no vemos nada, lamentó.
En la misma línea se expresó el intendente de Wanda, Felipe Jeleñ, al considerar que la colección es muy buena para los chicos y jóvenes que van a la escuela y ven estos animales en libros o en figuritas, pero no es lo mismo sentirse frente a un yaguareté, un jabalí o un oso hormiguero, o algunas de estas aves que yo mismo no he visto nunca a pesar de tener mis años.
Jeleñ recordó que Chudy tenía estas piezas en su chacra, a 40 kilómetros de Wanda, en la colonia Gobernador Lanusse. Al comenzar mi gestión (en 2015), me puse en contacto con él y tratamos de darle una puesta en valor a todo este material que estaba guardado, con la idea de fomentar la concientización a través de las visitas de escuelas y de público en general, que los chicos y la gente conozcan un poco qué es lo que habitaba nuestra selva misionera, porque hoy por hoy ya es muy difícil encontrarse en estado salvaje con muchas de estas especies que en el año 1936, cuando llegaron los primeros inmigrantes polacos a Colonia Lanusse, eran las que amenazaban a su producción y sus familias, por lo que en esa época era lógico y normal que los colonos las mataran en su propia defensa, porque tampoco había una conciencia de preservación.
Ahí es donde Mietek Chudy estudió taxidermia por correspondencia y empezó a rescatar estas piezas que hoy podemos contemplar acá. Trajimos 74 de las aproximadamente 500 que hay, muchas de ellas exhibidas en el Museo pero algunas todavía almacenadas en depósitos porque no tenemos el suficiente espacio físico acorde para mostrarlas, reconoció.
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