En principio parece una palabra tan vacía, pero a la vez cargada de pensamientos donde el tiempo se convierte en el único testigo de la relación entre el hombre y su soledad, y que muchas veces se vuelve inseparable. Pero hablaremos de ese sentimiento no como esa melancolía que se despierta con la ausencia del ser amado, donde su partida se transformó en una costumbre a la que nos costará renunciar. Sin embargo, la soledad es un periodo en la existencia de la cual no podemos escapar, pero al fin y a cabo siempre termina siendo tan inevitable como necesaria. Al final de cuentas, el hombre siempre recorrerá esta vida en soledad, por más personas que se encuentren al rededor, las decisiones que tomemos siempre nos afectarán a nosotros. En este contexto recordé una frase que escribió un mochilero, quien viajó solo hasta el lago Titicaca, Bolivia: “Nunca he estado más acompañado en mi vida que viajando solo”.Después, leyendo diversos artículos periodísticos encontré otro que decía: el sueco Markus Persson, afirmó que se siente solo luego de vender su empresa por dos mil millones de euros.Luego este nuevo millonario agregó “salir en Ibiza con un montón de amigos e ir de fiesta con famosos, poder hacer lo que quiera, nunca me había `sentido más sólo´”.Entonces, al leer estas experiencias de vida comprendemos que la soledad no es la ausencia de algo o alguien, sino un estado que se encuentra dentro de uno mismo, y que la mayoría de las veces se apodera de lo que somos. Debemos tomar a la soledad como una etapa positiva, donde dentro de esa situación que se nos presenta habrá momentos en los que preferimos escapar de todo lo que nos rodea, e ir en busca de la distancia o de aislarnos de todo aquello que -de alguna forma- sentimos que nos molesta. Pienso que eso es la consecuencia de cambios internos por efectos de situaciones externas que de alguna forma alteraron nuestra armonía y es por ello que necesitamos tiempo para volver a adaptarnos a este nuevo episodio de nuestras vidas tan fluctuantes.Podemos entender que la soledad puede ser un estado que nos sirve para asimilar alguna situación que nos sacó del equilibrio por el que transitábamos y de pronto nos sentimos caer en un abismo del cual no podemos salir. Es en ese momento y ese lugar cuando el individuo sufre todo los síntomas que puede arrastrar el aislamiento prolongado, ese que nos lleva a situaciones de tristeza y desánimo. Esta tendencia que se acrecienta y se profundiza más en estos tiempos, se transforma en la presencia de un dolor negativo en nuestras vidas. Incluso hasta en edades más precoces esto puede ser acrecentado por el abuso de las redes sociales que condicionan y llevan a las personas a aislarse de un mundo imperfecto, pero suficientemente real para que lo enfrentemos.Es en ese momento donde sentimos que no podemos salir de esa tumultuosa situación que nos arrastra como si fuera un mar bravío donde nos adentramos a las profundidades que nos asfixia y no nos deja salir a flote. En justamente en ese momento que debemos utilizar a la soledad como el viento que arríe nuestras velas y nos lleve nuevamente a aguas más tranquilas. Aprovechar esos momentos de silencio y analizar la situación en que nos encontramos y comenzar a conocernos a nosotros mismos. Esto nos servirá para entender nuestro presente y así encarar con más optimismo nuestro futuro. Por Raúl Saucedo ([email protected])
Discussion about this post