“Ella veía a esos chicos y me decía que eso los destruía”, confiesa sobre los acusados de matar a su hija. “Cuando llegué, ella todavía estaba tibia; le cerré los ojitos y me tiré a llorar”, recuerda con dolor.(Por P.Zapata y N.Maradona). A Ricardo Cubas (50) no se le escapa una lágrima. El dolor se filtra por otro lado. En su voz se nota que por dentro está quebrado, que hay algo en su interior que se rompió para siempre, que el dolor le atraviesa cada una de sus células. No llora, pero sus ojos dejan traslucir el vacío que lo consume desde adentro. Está ahí, congelado, como si todo hubiese sucedido ayer. Para él, Miriam, su hija, murió todos los días. Desde hace cinco meses.“Aún paso por ese lugar y es como que todavía la veo. Cuando llegué, estaba tirada. Intenté alzarla… Eso es algo que nunca nadie va a poder borrar de mi mente. Ella todavía estaba tibia. Intenté reanimarla, pero no… Ahí le cerré los ojitos y me tiré a llorar, a desahogarme, porque iba a reventar. No tenía otra cosa que hacer; no podía creer lo que estaba pasando”, recuerda Ricardo. Y no llora. Ya no le quedan lágrimas.Cubas no puede explicar cómo alguien pudo hacer algo así. Miriam tenía 16 años cuando apareció asesinada de varios puntazos en un pinar de Puerto Piray, el martes 4 de abril de este año, a no más de 500 metros de su casa. La razón surge, en parte, de la investigación policial: los principales sospechosos habrían actuado bajo los efectos de las drogas.A días de que se cumplan cinco meses del inentendible crimen que conmocionó a la provincia, PRIMERA EDICIÓN viajó hasta Puerto Piray y conoció el dolor, la angustia y también la esperanza que sustenta a Ricardo Cubas y su familia: que se haga justicia.Ricardo, pasaron cinco meses, ¿cómo se hace para seguir?La vida es difícil, muy difícil. Somos una familia numerosa y nos hemos abocado a contenernos entre todos. Los fines de semana nos juntamos y lidiamos así, compartiendo ese dolor. En cinco años tuvimos cinco pérdidas grandes. Primero fue mi mamá, después un sobrino mío de 23 años en un accidente vial, luego mi cuñado, que se fue a los 56 años, después mi suegra y por último mi hija. Es mucho. Ni siquiera a un animal se le puede matar como la mataron a ella.¿Qué pensás cuando sabes que detrás de todo existe un grupo de jóvenes con problemas de adicción?La verdad es que nosotros vivimos 14 años en Buenos Aires, en Merlo y La Matanza. Cuando llegamos allá, la droga estaba a treinta cuadras de casa. El último año, cuando decidimos venir, estaba a media cuadra. Eso nos hizo pensar y reflexionar, porque tenemos hijos adolescentes. Entonces decidimos venir para acá, pero pasó todo eso. Escapamos de la inseguridad en Buenos Aires y acá mataron a mi hija. La gente te dice que el tiempo pasa y cura las heridas, pero la ausencia de un hijo es algo de nunca acabar. Todo el tiempo es dolor y ausencia. No es como un vaso que se vacía y podés volver a recargar. No es así.¿Sentís que la droga también está ahora en tu barrio? ¿A media cuadra, como en Buenos Aires?La droga está en todos lados, se nota en el barrio, salís y ves el consumo. Y con lo de mi hija, todo salió un poco más a la luz. Nosotros después de esto hemos ido a Posadas a hablar con las autoridades y por lo menos trajeron ese operativo “Escudo Norte” acá, pero siempre sigue. Serán menos, pero sigue. Y eso es lo que preocupa. Esto es algo que no tiene límites. Se nota en el barrio. Y lamentablemente creo que no se hacen grandes cosas. No soy un estudioso, pero he vivido bastante como para entender eso.Hay dos menores, de 16 y 17 años, y un joven, de 20, detenidos por el crimen de Miriam ¿los conocés?Poco los conozco porque poco anduve. Nosotros nunca fuimos de salir mucho por todos los problemas que teníamos, que siempre no estábamos conteniendo. Sin embargo, se conocía todo ese entorno de la juventud y se veían las cosas que estaban mal, pero había poco esfuerzo por hacer. Y mi conclusión es que no se puede tapar el sol con una mano…¿Estás conforme con la investigación?Yo pienso que los detenidos tuvieron participación en el hecho. La investigación sigue y hasta ahora está bien encaminada. Estamos conformes porque se está haciendo, aunque sabemos que tampoco es apresurarse y que haya inocentes que no tengan nada que ver. Queremos que se investigue bien y que se sepa la verdad, hay que darle tiempo, pero tampoco olvidar. Nos consta que la jueza (Mirtha) Andino trabajó sábados y domingos. Ahora la causa está con (Roberto) Saldaña. No perdemos la confianza en la Justicia, creemos que todo va a salir finalmente a la luz.¿Cómo recordás a Miriam?Era una hija ejemplar, una alumna ejemplar, nunca se llevó una materia, no conocía lo que eran los boliches. El último año que cursó, tercero, fue diploma de honor. Y todos los años era así. Es una cosa que te hace pensar sobre por qué te quitan lo bueno. Era alegre, un poco introvertida sí, pero saludaba a todos y no se metía con nadie. Era amable, nunca tuvo problemas y todos la querían en la escuela.¿Alguna vez te contó cuál era su sueño o que quería para su futuro?Ella siempre veía a las periodistas deportivas en la tele y me decía “Pá, ¿y si me prendo en una de esas carreras?”. Quería ser periodista, porque le gustaba el deporte, tenía una amiga con la que siempre se iba a jugar al fútbol. Y odiaba las drogas, porque cuando venía me decía de esos mismos chicos, “uh, el destino que tienen, ¿por qué no se dedican a otra cosa?”, se preguntaba. Tenía una visión de futuro pacífico y sano.¿Alguna vez te contó si le tenía miedo a ese grupo?Nunca tuvo miedo. Siempre veía a esos chicos, pero nunca tuvo problemas. Y sabía que estaban haciendo mal, que eso era lo que estaba destruyendo a la sociedad. Siempre hablábamos del tema. De todo. Yo le preguntaba si no tenía algún noviecito escondido por ahí. “No, pá, cuando tenga el título en mi mano, ahí yo voy a elegir, no me van a elegir a mí”, me decía. Era una hija ideal.¿Recordás la última vez que la viste con vida?Fue ese mismo día, antes de que se vaya al colegio. Almorzamos y se fue. Después a la tarde yo estaba trabajando, entra mi señora corriendo y dice que habían apuñalado a Miriam y estaba tirada en el piso, allá en el pinar. Salí como estaba, de short y sin camisa y ahí justo un vecino de enfrente me alcanzó con la moto, porque yo no puedo correr porque tengo problemas en las rodillas. Aún paso por ese lugar y es como que todavía la veo. Cuando llegué, estaba tirada. Intenté alzarla… Eso es algo que nunca nadie va a poder borrar de mi mente. Ella todavía estaba tibia. Intenté reanimarla, pero no… Una señora me dijo que no la moviera, que dejara todo así para los peri
tos. Ahí le cerré los ojitos y me tiré a llorar, a desahogarme, porque iba a reventar. No tenía otra cosa que hacer; no podía creer lo que estaba pasando. ¿Pensás que algún día vas a poder perdonar a los que hicieron esto?Yo pienso que cuando se hace justicia ya existe el perdón. Creo que eso es así. Pero el dolor de un padre nunca se va a ir. Cuando se muere un padre, sos huérfano; cuando la que se murió es tu esposa, sos viudo; ¿y cuando se muere tu hija? No hay palabras para eso, nunca se escribieron. Un padre nunca olvida y el dolor jamás va a terminar. Miriam siempre va a estar presente, sigue siendo una más en nuestra familia.Un pueblo conmovidoEl cuerpo de Miriam apareció alrededor de las 16.30 del martes 7 de abril de este año en un camino del barrio Parque, a 500 metros de la Bop 37, donde estudiaba. La menor vivía a otros 500 metros del lugar, en el barrio San José de Puerto Piray.Pocas horas después, fueron detenidos dos adolescentes de 16 y 17 años. El primero de ellos primero apuntó contra el mayor, pero más tarde se quebró y confesó ante su padre. No obstante, días atrás, tal como publicó PRIMERA EDICIÓN, el caso tomó un giro drástico con la detención de “Chinchu” (20), quien en un principio había estado involucrado en el caso pero luego había sido descartado en la investigación. Es por eso que la causa pasó de la jueza Andino, del Correccional de Eldorado, a manos del magistrado Saldaña, del Instrucción 1 de esa localidad.
Discussion about this post