Quizás por pudor, el pediatra Carlos Rubén Mattos dudó en aceptar la entrevista. Pero superada la timidez, el médico que ejerció 54 años en esta ciudad y que este año fue elegido por el Colegio de Médicos de Misiones como profesional destacado, recibió a PRIMERA EDICIÓN en su casa con la misma calidez con la que atendió a miles de niños de tres generaciones durante cinco décadas. Posadeño de origen, estudió medicina en Córdoba donde conoció a su compañera de vida, Sara Beatriz Reaineri, con quien se casó en 1960 y poco después, con el título de Medicina bajo el brazo, se instalaron en esta ciudad. “Mis tres hijos son misioneros pero mi nuera y mi yerno son cordobeses. Tengo cinco nietos, dos de ellos cordobeses. Yo siempre digo que la plaga cordobesa se extiende cada vez más”, bromeó con cariño este hombre que hoy tiene a cuatro de sus cinco nietos estudiando en esta ciudad del centro del país. “Siempre tuve en claro que quería volver a Misiones a ejercer la medicina. Antes de volver, hice una pasantía en el Hospital de Niños de Córdoba. Ya instalado en Posadas, empecé a hacer guardias en el hospital Madariaga todos los sábados. Entraba el sábado al mediodía y salía el domingo al mediodía. Durante esas noches, yo era el único médico de guardia para todo Posadas. Por eso, trataba que siempre quedara conmigo algún médico cirujano porque yo no hacía cirugías, por lo general quedaba el doctor Belloni u Omar Benítez… a veces el doctor Hernández. Era muy difícil hacer esas guardias, recibíamos enfermos muy graves”, recordó. Gran tesón Cuando, después de 1964, llegaron los médicos más jóvenes (Del Longo, Arnauldo y Repetto) “pasé al pabellón de niños y desde entonces hice toda mi carrera en pediatría. Realmente aprendí pediatría en el Madariaga gracias a los colegas que tenía en esa época: el doctor Barreyro que era mi jefe, Osvaldo Monferrán y Fernando Pérez”, rememoró. Según destacó Mattos, la pediatría cambió muchísimo de la década del 60 a la actualidad, “mi hijo es médico terapista pediátrico y observo como maneja a los chicos y nada que ver a cómo lo hacíamos antes. Nosotros lo máximo que podíamos hacer en esa época era una carpa de oxígeno, una hidratación o los antibióticos que teníamos. Ahora los médicos cuentan con muchas más herramientas no sólo para el tratamiento sino también en diagnóstico. Además, en esa época contábamos con muy pocos especialistas en pediatría, por lo general el cardiólogo era el de adultos que se manejaba más o menos con la pediatría… hoy hay cardiólogos pediatras, hemotólogos pediatras y muchas otras especialidades y sub-especialidades pediátricas”. Visita a domicilio Mattos reflexionó sobre los cambios en la sociedad y en el ejercicio de la profesión médica. “Los médicos y la sociedad cambiaron mucho. El otro día mi señora se acordaba de una anécdota de hace muchos años atrás… yo tenía un primo que vivía cerca del hospital que un día se encontró con un matrimonio camionero y una nena de dos años enferma. Se les había roto el camión que llevaba madera a Buenos Aires… y mi primo les recomendó que llevaran a la niña al médico pero ellos le contaron que no podían hacerlo porque no tenían dinero para pagar. Él les dijo que no se preocuparan, porque les llevaría con un médico que atendía gratis. Ese era yo. Me acuerdo que cuando llegaron a casa, mi señora les preparó un baño para los tres porque estaban muy sucios pues hacía días que estaban varados. Les lavamos su ropa. La mujer era una chica de muy buena familia de Mendoza y cuando mi señora les preguntó porqué no volvía con sus padres, ella le explicó que se casó en contra del deseo de su familia y cortó vínculo con ellos. Nuestra profesión era así, teníamos mucho contacto con las familias, conocíamos sus problemas y sus vidas. En esa época se atendía mucho a domicilio, de día hacíamos consultorio y después de almorzar (a la siesta) y de noche salíamos a hacer domicilio. Eso ya no se hace más. Era un trabajo muy cansador pero nos permitía conocer la historia de cada familia, su contexto, su casa… yo atendí a nietos de pacientes míos. Atendí a tres generaciones”, enfatizó satisfecho. “Es difícil jubilarse” Es difícil tomar la decisión de jubilarse. También le pasó al doctor Mattos. “Tenía mucho temor porque pensé que me iba a sentir disminuido, pero no me pasó eso. Cuando llegó el momento, en diciembre de 2014 me jubilé en el hospital de Pediatría y también dejé de atender en mi consultorio privado… pero comencé a hacer otras cosas que me entusiasman: dibujar, pintar al óleo y aprender a tocar guitarra. Y por supuesto estoy dedicado a mi familia. Con eso me entretengo. Sigo teniendo muchos proyectos, siempre hay que tratar de encontrar cosas que nos entusiasmen, nos den ganas de seguir”, confió. Según contó, desde niño quiso ser médico, “tenía cinco o seis años y le decía a mamá que sería médico cirujano… un día mamá me preguntó qué quería decir cirujano y yo le respondí ‘que sabe mucho’. Llegué a ser médico gracias a mis padres, dos docentes que con muchas dificultades económicas hicieron posible que mi hermano y yo pudiéramos estudiar en Córdoba”. En la década del 50, la carrera de Medicina duraba siete años. “Perdí dos años, uno porque tuve que hacer el servicio militar y otro, en el 55, porque después del golpe se cerró la universidad y no pude rendir ninguna materia”, indicó. El recuerdo más duro A lo largo de sus 54 años como médico, Mattos recuerda a muchos pacientes. Pero hay uno que nunca podrá olvidar: “Yo trabajaba en el pabellón de niños y uno de ellos, de unos doce años, que tenía una leucemia y se estaba muriendo… me gritaba ‘sálveme doctor’. Lloré mucho ese día entre los gritos de ese chico, no podía hacer nada para salvarlo y eso me quedó clavado acá”, contó entre lágrimas señalando su corazón. “Soy muy sensible”, admitió. "Me siento honrado"Mattos es un médico muy respetado por sus colegas y, por ello, fue convocado hace ya varios años para ser uno de los tres miembros del Tribunal de Ética del Colegio de Médicos de Misiones. Según confió a PRIMERA EDICIÓN, días atrás, cuand
o participaba de la reunión de Mesa Directiva de ese colegio profesional, “en un momento, el doctor (Luis Daniel) Flores me pidió que me retirara… me sentí muy incómodo, como si fuera una persona indeseable. No sabía que tenían que decidir el médico destacado entre dos candidatos y yo era uno de ellos. De eso me enteré después, claro. Para mí esto es inesperado, no pensaba que iba a llegar a recibir esta distinción. Me siento honrado”, admitió.
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