“Es el único espacio que nos quedaba libre y no tenemos nada contra ellos, pero no pueden venir a instalarse así, de prepo, como lo están haciendo…”, afirmó una de las vecinas, mientras desde la vereda de su casa observó el movimiento de un grupo de personas que bajo una llovizna acarreaban machimbres, levantaban con palos unas carpas improvisadas con un cobertor plástico negro.El lugar en el que transcurrió la escena es el barrio Néstor Kirchner, en Colonia San Isidro, lugar en el que se siguen construyendo casas de madera para relocalizados de distintos puntos de la ciudad a través del trabajo en conjunto del Iprodha y la Municipalidad, entre los principales actores por parte del Gobierno.La historia suena conocida y es porque varios de los protagonistas son los mismos de hace un par de meses atrás, cuando avanzaron sobre los mismos terrenos. Pero aquella vez solamente fue un intento, “los trámites nos complicaron, no fueron tan sencillos. Nos organizamos mejor, hicimos las gestiones que teníamos que hacer y hoy sí ya estamos ocupando el lugar que nos autorizaron. Emsa ya vendrá a colocarnos los postes el lunes”, dijo Juan Marcelo Ávila, que se autodefinió como delegado y vocero de la comisión. “En este momento estamos pocos porque la gente está buscando madera para construir. Somos 45 familias si no son más. Muchas personas no saben lo que están hablando, se quejan sin saber. Nosotros tenemos un proyecto para hacer hasta locales comerciales, estilo la placita de la chacra 32-33, porque estamos muy retirados de todo, no tenemos panadería, verdulería, soldador, carnicería, nada. Tenemos papeles firmados y está todo normal”, apuntó Ávila.Quienes llegan al lugar son de distintos barrios, algunos de la misma zona, otros vecinos se arriman a mirar, incluso se conocen. Hay quienes están de acuerdo y otros que no, mientras que un par de patrulleros de la Policía de Misiones están instalados a pocos metros, por si ocurriera algún tipo de desmán. “Anduvieron los policías, vinieron nos preguntaron quiénes éramos, les dimos todos nuestros datos porque no tenemos nada que ocultar, estamos por derecha, y luego se fueron, quedaron allá arriba", explicó Ávila señalando la calle principal por la que se accede al barrio. Sobre el rechazo que genera en algunos vecinos del lugar que se estén instalando, el referente de los ocupantes dijo que “el dulce no es para todos, siempre habrá alguien al que no le guste, pero al 99,9% no le molesta que estemos nosotros acá”.“Hay quienes por ahí no tienen mucha plata pero tenemos decidido, aunque tengamos que vender el auto o la moto y construir un local que genere plata, medios de ingreso. Las casas, de acuerdo a lo que nos dijeron, serán las mismas que ya están en el barrio, que se continúe. Ya tenemos ganada hasta la luz para el sector”, explicó Ávila.Consultado si se seguirán agregando más familias, el referente de los ocupantes manifestó que “no hay lugar para nadie más. Abajo del terreno -que termina en forma de pendiente contra un arroyo- tenemos previsto una cancha y quinchos. Los terrenos están todos divididos, con calles realizadas por máquinas de la Municipalidad, todo está perfectamente correcto, no hay discordia con nadie”.Es “nuestro espacio”Pero no todos están tan de acuerdo con la instalación de los “nuevos vecinos” en el lugar, como lo señala Ávila, pero no se animan a enfrentarlos. “Esto es un espacio verde y no podemos nosotros ir a agarrarnos a machetazos o con armas, eso le corresponde a las autoridades que para eso están. Acá pareciera que es la ley de la selva, el que grita más fuerte, o el que junta a gente que es capaz de cualquier cosa lleva las de ganar”, dijo uno de los vecinos, que como la mayoría, no quiso dar su nombre, por temor a las represalias.Las mujeres de las viviendas de madera ya existentes expresaron su reclamo ante este Diario: “Somos nosotras las que quedamos con nuestros hijos acá y sabemos lo mal que le vendrá al barrio esto. No discriminamos pero por qué vienen a atropellar todo, se meten en un lugar que no les corresponde. Ese es un pulmón verde importante, donde en los planos figuraba una plazoleta, los niños acá no tienen ningún espacio adónde ir. Si se ocupa para Caps (Centro de Atención Primaria), una delegación policial, o algo así sería bienvenido, pero no para esta gente, algunos de los cuales incluso son de las casas de madera que vieron la oportunidad, van se meten, total después venden”, advirtieron.Más adelante también los vecinos más antiguos resaltaron que “somos muy pocos los que reclamamos lo nuestro pero es porque todos tienen miedo, porque esta gente viene, está tomando y no sabés en qué puede terminar todo. Ya lo dijimos en su oportunidad, no es lo que corresponde, hacer todo por izquierda, nosotros esperamos todo el tiempo que correspondía para que nos entreguen las casas. Ellos vinieron se metieron donde no debían y las autoridades no hacen nada para evitar que ello suceda” finalizaron.
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