Señora Directora: Haciendo un detenido análisis de la Argentina como país, en el amplio aspecto del contenido que hace a su riqueza natural y beneficios, queda claro que aún no hemos aprendido que somos bendecidos por todo lo que ello significa. La naturaleza nos ha dado diferentes climas, suelos, vegetaciones diversas, agua más que suficiente, minerales de todo tipo y una agricultura y ganadería con limitaciones por la falta de programas y apoyo planificado. Si la comparamos con Burkina Faso –uno de los países africanos más pobres del mundo-, que tiene una superficie de 274.200 kilómetros cuadrados (menos del 10% que nuestro país); una población estimada en unos 14 millones de habitantes (el 32% respecto a nuestro país) y aunque tiene ciertos minerales importantes, la explotación de los mismos no es justamente su fuerte en materia de supervivencia, dada la influencia extranjera y los cultivos quedan a expensas de los fenómenos naturales que aparecen constantemente. En ese pequeño espacio sobreviven dominados por permanentes situaciones políticas, como la ocurrida días pasados, en la que se repite un golpe de Estado dejando un nuevo vacío en los derechos ciudadanos.Mientras nosotros vivimos un permanente enfrentamiento en todos los niveles sociales y desaprovechamos así de mostrarle al mundo que tenemos todo, para ser un país de producción plena y con una población ocupada en diversas actividades; con una educación ejemplar y que permita un desarrollo cultural que pueda acercarnos a niveles superiores, dadas las condiciones que ya han demostrado muchos conciudadanos en distintos rubros, pero que han emigrado por diversos motivos. También se ha mantenido la diferencia económica entre los que viven en Buenos Aires y los que vivimos en las provincias –ni hablar de los feudales que se adueñaron de algunas-. Así pues, de nada valdrá quejarnos y aguantar la prepotencia y el abuso de poder de quienes se creen dueños de manejar a una sociedad de por sí pacífica y que no tiene objetivos violentos, sólo quiere vivir dignamente y buscar lo mejor, en una vida de por sí breve y supeditada a los avatares cotidianos.
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