Señora Directora: Leía el miércoles 23 la página de efemérides de ese Diario, “Claves” (página 19), y me resultó llamativo que entre ellas no haya aparecido el aniversario de la institución del voto femenino en el país -aunque reconozco que cualquier selección resulta difícil y es arbitraria-.Un derecho que en 1947 rescató y concedió el peronismo a las mujeres argentinas, pero que estuvo precedido de una larga historia de lucha que se remonta a los albores del siglo XX.Aunque hay quienes van un poco más atrás, con la emergencia de las primeras profesionales que se recibieron en la Argentina a fines del XIX. La primera y más recordada de ellas, la médica Cecilio Grierson, a la que también se contó entre las sufragistas que intentaron quebrar la tozudez de los sucesivos gobiernos con control legislativo conservador. Incluso en las presidencias de los radicales Hipólito Yrigoyen y Marcelo Torcuato de Alvear que fueron incapaces (o poco hicieron) para vencer la resistencia interna de algunos de sus propios legisladores. Sin desconocer que en 1911 un diputado socialista, Alfredo Palacios, presentó sin suerte un proyecto ante el Parlamente Nacional. Como el primer legislador socialista de América, desde 1904 logró la sanción de numerosas leyes otorgando derechos laborales y sociales, donde la mujer era el otro centro de esos derechos ampliados.Esa misma década, en 1919, un diputado radical que representaba a Santa Fe, Rogelio Araya, presenta un nuevo proyecto de ley en ese sentido que por desinteligencias internas con los socialistas tampoco logró avanzar.Al radicalismo le cupo la paternidad de la adopción constitucional de ese derecho en la provincia de San Juan, en 1927, aunque la reforma duró muy poco y fue derogada tras el derrocamiento de Yrigoyen, el 6 de septiembre de 1930. Con anterioridad, ya en 1864, fugazmente las mujeres habían sido autorizadas a sufragar en comicios municipales y en 1921 la frustrada constitución santafesina contempló ese mismo derecho.Socialistas y anarquistas, desde sus posiciones diferentes, fueron quienes en aquellos primeros años mantuvieron en alto la bandera de la igualdad en derechos cívicos entre hombres y mujeres, y el voto femenino. A Grierson habría que agregarle otros nombres de entre las muchas mujeres que bregaron por alcanzar ese derecho: Elvira Dellepiane de Rawson, Alicia Moreau de Justo y Julieta Lanteri –todas ellas médicas-, entre las más recordadas. Esta última, Julieta Lanteri, fue quien en 1911 logra ser empadronada gracias a un sonado recurso que interpuso ante la Justicia y fue la primera mujer en sufragar en toda Latinoamérica el 26 de noviembre de ese año. Luego, en 1919, también será la pionera en figurar como candidata a diputada nacional, aunque sólo logra un millar de votos de medio millón de votantes porteños. Lanteri muere en febrero de 1932 en un extraño “accidente” de tránsito (según el informe policial), atropellada cuando caminaba por Diagonal Norte por un automóvil cuyo conductor pertenecía a la ultraderechista Liga Patriótica Argentina y quien huyó tras el arrollamiento.A ese proceso con los años se irán sumando otras mujeres y otros fracasados proyectos hasta que, surgido el peronismo, es Eva Perón quien toma la bandera y finalmente logrará la sanción de la ley 13.010, tan esperada, que se promulga el 23 de septiembre de 1947.Las mujeres votarán recién por primera vez el 11 de noviembre de 1951. Será también la única vez que Evita ejercerá ese derecho, desde el hospital donde se hallaba internada por la afección que llevaría a su muerte ocho meses después, el 26 de julio de 1952.Por el contrario a esta observación que sólo pretende aportar y contribuir, me resultó muy satisfactorio que se haya hecho mención a la sanción de la Ley Palacios, en 1913, que se convertirá en la primera ley mundial contra la explotación sexual y la trata de personas. Autoría del ya mencionado Alfredo Lorenzo Palacios.
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