PRIMERA?EDICIÓN publicó el domingo pasado un artículo donde se puso al descubierto un silencioso acuerdo entre el club de golf “Tacurú” y el gobierno de Maurice Closs para regalarle mediante un subsidio casi 13 millones de pesos.El decreto no fue publicado como corresponde en el Boletín Oficial provincial y, de no haber sido por este Diario, hubiéramos visto un muro que separa al coqueto club de un humilde barrio ya levantado y otros “arreglos” edilicios realizados con fondos de la recaudación provincial, obtenidos mediante una presión fiscal que deja a muchos comercios y personas físicas muy exigidos mes a mes para cumplir con la voracidad del fisco.Se deja un mensaje desalentador para otras instituciones deportivas y sociales misioneras que hacen “malabares” para cumplir mes a mes con las obligaciones que tienen con el fin de sacar de la calle a miles de niños y jóvenes, mediante la práctica deportiva, en muchas zonas donde las familias no puede pagar una cuota para sostener la actividad.Las voces de legisladores, sectores sociales, pero sobre todo de ciudadanos comprometidos, hicieron que el gobernador “sintiera” la bronca que significaba semejante trato privilegiado (especialmente por el monto millonario) que se aplicaba desde el Iprodha al club de golf, mientras otros sectores postergados, volvían a sentirse postergados.Lamentablemente, a pesar de la insistencia de este Diario, los directivos del club se mantuvieron en silencio. Como lo hicieron con la mayoría de la masa societaria, a la que no contaron el favor gubernamental, la obra con la empresa constructora del hijo del presidente del Tacurú y sobre todo qué ofrecieron a cambio de “la ayudita” al gobierno.El control social ejerció sanamente su obligación. Y de no haber sido por el mismo, nunca habría salido a la luz el acuerdo polémico. Porque organismos como el Tribunal de Cuentas provincial siguen mirando hacia otro costado, sin siquiera actuar de oficio ante las publicaciones periodísticas.
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