Agobiada por presiones en todos los flancos, Dilma Rousseff se resignó a ceder parte de su poder para garantizar la gobernabilidad.En un intento de asegurarse apoyo para que el Congreso apruebe sus más recientes medidas de ajuste fiscal y bloquear los pedidos opositores para que sea sometida a juicio político, la Presidenta anunció una profunda reforma de su gabinete, con la cual dio mayor participación a sus aliados del Partido del Movimiento Democrático Brasileño (PMDB). Con su popularidad por el piso, de cara a la sociedad anunció también la eliminación de ocho de los 39 ministerios y de 3.000 cargos de asesores públicos, además de la poda en un 10% de su salario, el del vicepresidente y los de sus ministros.Después de varias semanas de intensas negociaciones, en las que estuvo muy involucrado el expresidente Luiz Inacio Lula da Silva, su padrino político, Rousseff confirmó que aumentará el peso del PMDB en el gabinete, otorgándole un papel clave al socio principal del oficialista Partido de los Trabajadores (PT).El PMDB, que tiene la vicepresidencia (a cargo de Michel Temer), controla la mayoría de los gobiernos estatales y municipales del país, ostenta las bancadas más grandes en el Congreso y ejerce las presidencias de ambas cámaras legislativas, pasará de comandar ahora siete carteras: el Ministerio de Salud y el de Ciencia y Tecnología se suman a los cinco que ya poseía (Minas y Energía, Agricultura, Aviación Civil, Puertos y Turismo).El otro gran anuncio de Rousseff fue que, tras resistirse durante meses, reemplazó a su jefe de gabinete, Aloizio Mercadante, por quien hasta ayer era ministro de Defensa, Jaques Wagner, exgobernador de Bahía y hombre de absoluta confianza de Lula. Mercadante pasará a ser ministro de Educación, puesto que ya ocupó anteriormente.Lula ubicó otro representante suyo en el equipo de articulación política de su ahijada con la designación de Ricardo Berzoini (hasta ahora ministro de Comunicaciones) en el nuevo cargo de secretario de Gobierno (fusión de la Secretaría General de la Presidencia con la de Relaciones Institucionales). El expresidente ya tenía a uno de sus alfiles, Edinho Silva, como ministro de Comunicación Social.“Esta reforma tiene un propósito: actualizar la base política del Gobierno buscando una mayoría que amplíe nuestra gobernabilidad. Al alterar algunos de los dirigentes de los ministerios, estamos haciendo una coalición de gobierno más equilibrada, fortaleciendo las relaciones con los partidos y con los legisladores que nos dan sustentación política”, explicó Rousseff.Con la venia de Lula, para quien es prioritario que el Gobierno de su ahijada sobreviva, el PT se resignó a pasar de trece a nueve ministerios. Reelecta en octubre del año pasado, Rousseff ha visto desplomarse su popularidad a menos de 10% en estos diez meses, en medio de la aguda recesión económica, el escándalo de corrupción de Petrobras en el que están vinculados numerosos políticos oficialistas, y las disputas en la coalición gobernante.Con la economía en declive -se espera que este año el PBI se retraiga un 2,8%, la inflación supere el 9,4% y el desempleo alcance el 10%-, el equipo liderado por el ministro de Economía, el banquero neoliberal Joaquim Levy, anunció el mes pasado un nuevo paquete de austeridad que prevé grandes recortes de gastos y un aumento de impuestos, pero que se estancó en el Congreso. En gran parte, debido a las resistencias del PMDB, que tiene 66 de los 513 diputados y 18 de los 81 senadores, pero también por divisiones en el bloque petista (el PT cuenta con 62 diputados y trece senadores).“Sabemos que existen dificultades que tienen que ser superadas para que la economía del país vuelva a crecer, pero para eso necesitamos estabilidad política. Necesitamos colocar los intereses del país por encima de los intereses partidarios”, resaltó la mandataria, quien enfrenta numerosos pedidos de juicio político impulsados por la oposición y grupos civiles que organizaron masivas marchas en su contra.
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