El aniversario de la gesta de Malvinas, que se cumplirá mañana, al conmemorarse la toma de la isla ordenada por el gobierno militar el 2 de abril de 1982, se distingue de las celebraciones anteriores por la intensificación de las demandas del gobierno argentino.
Si bien durante todo el ciclo kirchnerista la cuestión mereció una atención especial, es a partir de este segundo mandato de Cristina Kirchner que el reclamo se instaló en forma prioritaria en la agenda de la diplomacia argentina, y logró reinstalar el tema del litigio con Gran Bretaña en la arena internacional.
En esta nueva etapa, el gobierno argentino se lanzó a una insistente prédica en diferentes organismos internacionales, como las Naciones Unidas y el G-20, buscando cumplir su reconocido -y fracasado- objetivo de obligar a Gran Bretaña a admitir las negociaciones bilaterales, recomendadas por la ONU.
Aunque los antecedentes del caso parecieran dejar muy poco margen para el éxito de la estrategia argentina, esta introdujo un renovado enfoque del diferendo, con el apoyo en bloque de los países latinoamericanos y la incorporación de un enérgico cuestionamiento -como tema estratégico central- a la explotación de los recursos naturales del Atlántico Sur por parte de Gran Bretaña.
En tanto, en vísperas de una semana atípica por el feriado de Semana Santa, en el kirchnerismo nacional se hizo trascender que la Presidenta en persona anunciaría próximamente la creación de una línea interna del Partido Justicialista, basada en las estructuras militantes de La Cámpora y otras organizaciones afines, y en los dirigentes, funcionarios y organizaciones que acompañan al gobierno K.
En sus declaraciones, referentes de La Cámpora no ocultaron que el agrupamiento interno ya puso en la mira -para las internas hacia la puja electoral de 2015- en el gobernador Scioli, el “enemigo íntimo” del kirchnerismo militante.
Los posicionamientos hacia un nuevo escenario político, de cara a los desafíos electorales de 2013 y 2015, se observaron también esta semana en la intensificación de las negociaciones en la CGT, tendientes a las elecciones de renovación de la cúpula dirigencial, en julio próximo. El pase decidido y progresivo del líder cegetista Hugo Moyano a las filas del anti kirchnerismo, y el cerrado silencio del Gobierno de Cristina Kirchner a sus constantes invectivas y pases de factura, convierten en un monólogo al discurso del jefe sindical, que tendrá que pelear en solitario por una reelección nada segura.
La visita a Misiones de uno de sus principales laderos, el judicial Julio Piumato, presuntamente para asistir al cuarto “Juicio por la Verdad”, escondió -según se dijo- un objetivo político vinculado a la dura interna sindical.
Sin aliento
En el PJ misionero, por ahora, pese a que en marzo habrían caducado las actuales autoridades, no hay señales de que nadie quiera pasar la prueba de una reorganización partidaria definida por internas, esperada por los afiliados, pero bien vista sólo por algunos dirigentes, con poder territorial.
El senador “Juanchi” Irrazábal, llamado -a priori- a ser un actor importante en una interna partidaria, por el apoyo K que ostenta, no da señales de estar interesado en dar la pelea, y muchos creen que salvo que reciba una orden perentoria de Cristina, dejará todo como está.
En el rovirismo, miran con cierta impaciencia el bucólico panorama del PJ, en el que el ex senador “Lucho” Viana tampoco se apura para cumplir con las promesas de recomposición partidaria, a sabiendas de que su porvenir es más que dudoso si se presentara a internas. Es que, en lo poco que va del año, se considera como un hecho el despegue de la interna oficialista, en la que resuena -les guste o no a los popes de la alianza de gobierno- la tradicional divisoria entre peronistas y radicales.
Paños fríos
El gobernador Closs, de su lado, admitió de hecho la fuerte presión recibida en los tres primeros meses de su segundo mandato -por el atraso salarial en el sector público- y se apuró a anunciar que antes de ayer, viernes, se pagaría el aumento que había anunciado tras la escalada de conflictos salariales, a cuenta de las paritarias. “La tradición siempre fue dar aumentos en mayo; escuchamos los reclamos y decidimos que todos tengan aumento ya en este sueldo o jubilación”, romantizó Closs en twitter; tras haber asegurado que el pago de los incrementos le insumió la suma de 50 millones al Ejecutivo.
Aunque la suba salarial no colmó las expectativas, permitió que el gobierno cuente con un clima menos conflictivo en el feriado largo.
En este contexto, no es un buen augurio la suba de las naftas de la compañía Repsol YPF, que en los últimos 17 días incrementó el precio de sus productos entre el 2 y el 12%, en abierta confrontación con el gobierno kirchnerista; y el fuerte aumento en el precio de la yerba mate, que llevó el paquete de un kilo a 16 pesos. Estos hechos marcan una tendencia persistente al encarecimiento del costo de vida, a partir de lo cual no se puede esperar nada bueno para el difícil período que se viene, habida cuenta que con el 22% de inflación al cierre de 2011, lo que la economía pide con urgencia es bajar -y no subir- las presiones inflacionarias.
El aumento del precio de la yerba mate, que se evalúa con una suba aproximada al 44%, impactó entre los consumidores de este producto vital para las economías provinciales. La rapidez con que se provocó la suba del precio en góndola, una vez que se conoció la firma del laudo del Ministerio de Agricultura de la Nación a favor de un valor de 1,70 pesos para el kilo de hoja verde, es llamativa.
Los métodos sugieren una acción concertada del sector industrial, de acuerdo a expresiones de un referente del comercio local: “Los comerciantes hacen una autoprotección, ya que la semana pasada desapareció el producto y los molineros no entregaban si no era con 77% de aumento. Ahora no hay yerba, aproximadamente el 60% de los molinos no entregan, hay molinos que tienen un aumento y otros uno diferente, tendrán que nivelar el costo”.
El sector industrial consiguió instalar el concepto de que el desequilibrio de precios en el sector depende exclusivamente de los arrebatos temperamentales de Guillermo Moreno, una teoría que no aclara los problemas de fondo, ni autoriza a creer en una mejora sostenible del perenne conflicto yerbatero. El problema es muy arduo para una exposición sucinta, pero se puede ver que, hoy por hoy, el productor apenas tiene la promesa de un ingreso oficial (1,70) que duplica el valor anterior (0,90), pero que no le garantiza la cobertura de los costos.
En medio de la reivindicación eufórica del clossismo del mérito de haber conseguido una definición favorable del laudo nacional, sobresalió la opinión del titular de la Legislatura, Carlos Rovira, de que el precio de la hoja verde tendría que superar los dos pesos, como así también sus referencias a la necesidad de rever la legislación del INYM, para resolver la situación de los productores.
Tal vez se trató -otra vez- de un gesto para la interna, que está más tensa que nunca tras los tropiezos de Closs en el inicio de su segundo mandato, o se trató de un anticipo de la línea de acción frente al desmadre yerbatero que se llevará en lo sucesivo desde la Legislatura.
De hecho, se confirman dos premisas: uno es que el propio Gobierno es consciente de que el problema del pequeño productor está lejos de haber sido resuelto; y otra, que el titular de la Legislatura está dispuesto a subirse al reñidero interno con renovadas aspiraciones hacia 2015.
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