POSADAS. El dibujo favorece la expresión personal, fortalece la confianza en uno mismo y utilizado como arte terapéutico puede contribuir a mejorar la calidad de vida de un niño. Así lo sostienen los coordinadores del proyecto “Disfrutamos dibujando”, desarrollado en la escuela especial 504 de San Nicolás de los Arroyos, provincia de Buenos Aires, por el dibujante de PRIMERA EDICIÓN, Juan Carlos Nuñes, la psicóloga Cecilia Cisternas y la fonoaudióloga Miriam Chiesura, del equipo técnico de la escuela y colaboradoras con notas en este matutino.Participaron de este taller, niños de entre 5 y 14 años con discapacidad intelectual, psíquica (Trastorno del Espectro Autista) y/o motriz. El taller, desarrollado este lunes, se inició con la lectura de un cuento de Rosita Escalada Salvo, denominado “Mi propia serpiente”. En simultáneo, el dibujante delineó con tiza los personajes que aparecen en él: una señora asustada y una serpiente. Después de la lectura, fue el turno de los niños, quienes en hojas blancas comenzaron a ensayar sus dibujos mientras Nuñes recorría, mesa por mesa para ayudar ante las dificultades que aparecían. Una niña permanecía en silencio, no hablaba, no dibujaba. “¿Te gustan los pájaros?”, le preguntó el dibujante y ella afirmó con la cabeza. “¿Querés que te enseñe a dibujar pájaros?”, repreguntó y la niña volvió a afirmar. Entonces busco el diseño de aves más común, que se parece a una “V”. Y fue entonces que la niña tapizó el papel con avecitas. En otro rincón del salón, un niño no lograba trazar el contorno de la cara de la mujer asustada. “Lo que suelo hacer es tomarle la mano a los niños y moverla para hacer el dibujo, pero con este chico, yo solo apoyé mi mano sobre la suya y el enseguida empezó a dibujar, como si el solo contacto le hubiera dado seguridad”, destacó Nuñes.El caso de Bautista, un niño con sintomatología autística fue uno de los más notables. Según Chiesura, “él está como desconectado de la realidad y se identifica como Ben 10, habla como el dibujito, no responde a su nombre”. Con este niño, la experiencia del dibujo fue más que alentadora. Él no dibujó el cuento sino que pidió que dibujaran Ben 10. Primero no estaba satisfecho con el dibujo que veía, pero cuando Núñes dibujó en la muñeca del personaje un reloj igual al del niño, este aceptó y empezó a pintarlo. “Es como que el chico salió del personaje y empezó a colorear el dibujo”, relató Nuñes.
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