CAMPO SAN JUAN, Apóstoles. A unos 25 kilómetros del acceso a Apóstoles, a través de un dificultoso camino de tierra y tosca -la ruta 201, imposible de transitar en vehículos comunes cuando llueve- se encuentran los parajes que componen la denominada Colonia Campo San Juan, un conjunto de pequeños poblados rurales enclavados en la serranía que termina cuando empiezan las 1.088 hectáreas del Parque Provincial de la Sierra Ingeniero Manuel Crovetto. Aquí, todo es distancia y dificultad. Pero también belleza paisajística y paz. Sus habitantes cultivan lo que pueden y en la mayoría de los casos trabajan para campos de terceros. En los suelos de esta región, cuentan los lugareños, resulta poco productivo plantar, por ejemplo, el cultivo tradicional del departamento Apóstoles: yerba mate. Se planta lo que se puede y aún así la diversidad comprende cítricos, hierbas medicinales, forestaciones y, en menor medida, hortalizas. El último verano la sequía arrasó con prácticamente toda la producción de escala familiar de esta región. Al llegar a Campo San Juan y dialogar con los pobladores, PRIMERA EDICIÓN acopió una serie de testimonios que dan cuenta de la singularidad de la existencia en estos lares, pero al mismo tiempo de voces que denuncian un severo abandono estatal, en materia vial, hídrica, sanitaria y de políticas referidas a la producción de pequeña escala. Tranquilidad“Acá es demasiado lejos para que vengan a robar. Salvo alguna que otra gallina que desaparece cada tanto, podemos decir que acá nunca pasa nada. En ese sentido vivimos muy tranquilos porque nos conocemos todos, cuando hay una presencia extraña todos sabemos porque el camino de acceso es uno solo. Casi ninguna casa usa llaves y durante el día las puertas siempre están abiertas, vivimos así y valoramos esa paz”, expresó don Maldonado, un vecino cuya pequeña parcela se ubica a más de diez kilómetros de la ruta. Una vecina coincide en que “en ese aspecto estamos bien. No hay problemas con robos y esas cosas. Menos mal, porque tampoco hay policía, ningún destacamento cerca. La vida acá es dura, pero tenemos algo que en la ciudad perdieron, tranquilidad”. Sin salud públicaEl centro sanitario más cercano al Campo San Juan es el hospital de área de Apóstoles, situado a 25 kilómetros. La cuestión sanitaria reviste un grave abandono estatal, que no se compensa siquiera con la visita de promotores de salud. Ramón Caballero (50), agricultor nacido y criado en el lugar, resumió que “nunca entró acá un móvil de salud, nunca vino una enfermera, no conocen acá, como tampoco conocen los gobernadores, porque nunca vino ninguno”. Caballero es propietario de un viejo Ford Falcon que muchas veces oficia de ambulancia ante las emergencias que se dan en los parajes. “Hay que tratar de no enfermarse o en todo caso de enfermarse cuando no llueve, porque ahí si que se complica salir”, agregó. Sin señal La colonia cuenta con energía eléctrica en la mayoría del recorrido de la ruta 201. Casi todo los pobladores tienen aparatos de telefonía celular, pero la dificultad que se les presenta a nivel comunicacional es la falta de señal, casi absoluta. “Para agarrar un poco de señal acá tenés que irte casi hasta donde empieza la reserva y ahí esperar a tener suerte”, contó el joven Carlos, que vive con su familia a unos siete kilómetros del punto donde capta señal. “No queda otra que hacer esos siete kilómetros y si no hay señal esperar para mandar el mensaje. Y después esperar si te contestan, hay que tener mucha paciencia. Hay vecinos que les queda más lejos todavía”, añadió. Producción sin estímuloEn la zona abundan extensas plantaciones de pino y eucalipto, propiedad de empresas y privados que no viven en el lugar, pero todos los habitantes poseen además pequeñas producciones de subsistencia. Sin embargo, reflejan, no cuentan con estímulos o acceso efectivo a programas que garanticen un desarrollo óptimo de la agricultura familiar. El caso de la familia Carballo es paradigmático en este sentido. Contó el jefe de familia que “para el pequeño productor de la zona es difícil mantener su propio campo porque no hay apoyo. En nuestro caso y el de otros vecinos tenemos que salir a trabajar para otros, ya que llegamos a un punto en el que no podemos vivir sólo de lo que producimos”. Este grupo familiar tiene plantaciones de maíz, poroto, cítricos y otros cultivos que el último verano sufrieron una pérdida casi total. Además producen hierbas medicinales que terminan cuando hay oferta, en un mercado bonaerense que a su vez luego comercializa las ponchadas de hierba a laboratorios para la fabricación de productos con fines medicinales. En 2010, en un intento por diversificar su producción, Ramón Carballo presentó un proyecto de piscicultura que fue seleccionado, valiéndole esto el acceso a un crédito de 17 mil pesos por parte del Ministerio del Agro. Pero nunca pudo conseguir que las máquinas llegaran a su propiedad para hacer la laguna artificial. “En la gestión de José Cura (ex intendente de Apóstoles) pedimos varias veces que la máquina venga para hacer la laguna, pero nunca vinieron. Así que nunca pude poner en marcha el proyecto y hoy esos 17 mil pesos del crédito están totalmente devaluados”, explicó. El dilema de los caminosteLa inquietud más recurrente e boca de los vecinos de Campo San Juan está vinculada al estado de los caminos rurales, especialmente el de ese tramo de la ruta 201, aspecto que este diario pudo comprobar in situ. “Cuando llueve acá es imposible salir, no se puede transitar directamente. Mucha gente que no sabe de esto, se terminó quedando atascada. Llevamos años reclamando a Vialidad Provincial que vengan a arreglar este camino pero nunca vienen” lamentó Ramón Caballero. “En esos días (de lluvia) quedamos atrapados acá, rogando que no pase nada porque nadie puede entrar ni salir. Además se viven rompiendo las motos y los autos porque hay mucha piedra y en algunos tramos tenés que pasar a paso de hormiga para no romper todo” agregó otro baqueano.
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