POSADAS. Ayer la ciudad estuvo en vigilia. Quizá como muchísimas otras, donde miles de fieles católicos se congregaron para honrar a la Virgen de Fátima, pero en la Capital provincial la fiesta religiosa tuvo una particularidad: se cumplieron cincuenta años de peregrinación y la gente demostró que su devoción sigue intacta. Con una temperatura mínima de 7 grados, puntualmente a las 6 una pequeña columna de fieles partió desde la Iglesia Catedral de Posadas con la imagen de la Virgen en andas; pero -como ya es tradicional- en distintos puntos del recorrido se fueron sumando familias completas, grupos de jóvenes o solitarios devotos hasta alcanzar las 35 mil almas, según estimaciones de la Policía provincial. La mayoría cumplía con el ritual de caminar escuchando la radio “para no perdernos las oraciones y el rosario que se vienen haciendo durante el trayecto, para que se haga más corto el recorrido”, contó Alicia Rivero, quien hace once años es parte de la multitudinaria procesión a Fátima, que se repite todos los 13 de mayo haga frío, calor o llueva.Héctor de 49 años, contó a PRIMERA EDICIÓN que hace cuarenta “vengo caminando a Fátima, sin importar si está nublado o hay sol”. Por el clima que reinó en la jornada, el hombre se mostró agradecido porque “aunque estaba pronosticada una gran tormenta, ayer (por el sábado) llovió un poco y dio lugar al hermoso sol y temperatura que tenemos”, expresó. “Hace once años que vengo caminando para seguir la tradición de mis abuelos. Se siente una emoción tremenda. Si bien yo salgo de la Catedral me adelanté para llegar temprano y escuchar la misa más cómoda. Vine a agradecer más que nada, por mi salud y la de mi familia, por el trabajo y los nietos”, contó Carolina de Villa Sarita, quien se distinguía entre la multitud por la radio que llevaba colgada al cuello para seguir atenta a las palabras del padre Juan Rajimon, quien venía exhortando a la multitud, en uno de los tantos vehículos que acompañaban la procesión. Clima de alegría y bendiciónLa emoción de la gente era inexplicable con palabras; sólo se podía ver una multitud que reía o lloraba, por compartir la fe en el día de la santa. Ya en el patio de la iglesia, se veía jóvenes bailando y cantando mientras esperaban la entrada de la imagen que fue recibida con estruendo de aplausos y cohetes.“María dijo: oren y sean felices. Esa es la alegría de María: que sus hijos estemos felices”. Con estas palabras se dio inicio a otra procesión: la de sacerdotes y obispos, que llegaron desde la puerta principal de la iglesia, hasta el palco central que se dispuso en el jardín del predio donde encuentran el Colegio de Fátima. Abrió la ceremonia el padre Antonio Griss (88), quien hace cincuenta años fue el primero en celebrar la misa. A su turno los obispos Rubén Martínez y Joaquín Piña se dirigieron a la gente para “que festeje esta peregrinación en fe y devoción”.
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