CENTENNIAL, Estados Unidos (AFP-NA). Con el pelo pintado de anaranjado y una expresión de perplejidad, el sospechoso de haber acribillado a doce personas en un cine del estado de Colorado (oeste de EEUU) hizo su primera comparecencia ante la Justicia para escuchar sus cargos.James Holmes llevaba uniforme bordó y su mirada variaba entre la inexpresión, la perplejidad y la tristeza durante la audiencia ante un juez del condado de Arapahoe, al que pertenece la localidad de Aurora, el suburbio de Denver donde ocurrió la masacre en la medianoche del viernes.Era imposible determinar si el comportamiento de Holmes era resultado del estrés, medicamentos, desequilibrio o, tal vez, parte de una actuación.La audiencia, que tuvo lugar en la ciudad de Centennial, vecina a Aurora y también un suburbio de Denver, duró menos de diez minutos y tuvo entre el público a varios familiares de las víctimas.Holmes, de 24 años, es acusado de matar a 12 personas y herir a 58 en un cine donde se estrenaba la última entrega de Batman, “The Dark Knight Rises”.Tendrá que comparecer nuevamente ante la corte el próximo lunes para escuchar formalmente los cargos y fue puesto bajo custodia sin derecho a fianza.La Policía señaló que no existen dudas sobre la responsabilidad de Holmes en la matanza. El sospechoso se entregó en las afueras del cine, todavía vestido con un traje antibalas.El hombre entró al cine por una salida de emergencia luego de que empezara la película y lanzó dos artefactos de gas nocivo a la multitud, que inicialmente pensó que todo era un truco publicitario. Pero el atacante luego empuñó un rifle de asalto y disparó entre cincuenta y sesenta balas por minuto.En sólo ocho semanas, Holmes había comprado 6.300 cargas de munición y había apertrechado su apartamento hasta convertirlo en una bomba de tiempo, diseñada para matar a cualquiera que ingresara.Entre los defensores del porte de armas, el argumento que se esgrime recurrentemente es que, de haber habido una persona afecta a la ley con un arma en el cine, la tragedia habría sido menor.“No creo que el derecho a portar armas haya creado el problema. De hecho, si hubiera habido alguien con una, podría haber reducido el daño. Si yo hubiera estado allí, habría detenido parte del daño”, dijo a AFP John Oberly, un entrenador de rugby de 51 años que estaba comprando municiones en una armería.
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