ELDORADO. Las declaraciones en contra de María Ovando se suman con el devenir de las horas y su situación procesal asoma cada vez más comprometida. Esa es la sensación que quedó ayer al término de la segunda audiencia en el juicio oral y público que se lleva a cabo en el Tribunal Penal 1 de esta ciudad.La declaración de dos policías, que intervinieron en la investigación de la misteriosa desaparición y posterior muerte de Carolina Ayala, aportaron datos relevantes respecto de las condiciones en la que se encontraban los hijos de la acusada.Además, uno de ellos, el oficial auxiliar Marcelo Fabián Fioravanti, detalló las contradicciones en las que incurrió la sospechosa cuando le preguntaron por el destino de la pequeña de cinco años.Este hombre, que actualmente presta servicios en la seccional Primera de Eldorado, vive en Colonia Delicia y trabajó más de siete años en la comisaría de ese pueblo, incluido el lapso en que ocurrió este lamentable episodio.También aportó un dato inédito y hasta revelador en la causa: que conocía a María Ovando porque tenía otras causas en la comisaría de Puerto Delicia.Consultado, posteriormente, sobre en qué consistían esas causas, el oficial auxiliar explicó que la mujer tenía denuncias por amenazas y reiterados llamados de quejas de sus vecinos.Un silencio abrumador se apoderó del recinto cuando el oficial subayudante Claudio Dujaut narró fragmentos desgarradores de la historia que le habría contado la madre de la imputada.Es el siguiente: “Me comentó que regresaba de Esperanza y llegó por la casa de su hija. Se sentaron a tomar tereré en el frente. De repente escuchó quejas de dolor, como gemidos de un animal. Entonces le preguntó ‘María qué le pasa a tu perro, está enfermo o qué’”. La respuesta fue contundente: “Esa es la perra de Carolina, anoche comenzó a toser y no me dejó dormir. Está enferma, tirada allá atrás”.La mujer entonces se fue hacia la parte posterior y encontró a la nena, tirada en la tierra. “Estaba acostada, hinchada y morada, con moretones que sobresalían del resto”.Entonces la levantó en sus brazos y llevó frente a la madre para decirle “por qué la tenés así, llevale al hospital”.“No tengo plata”, fue la respuesta. Poco después, el cuñado le entregó diez pesos y la acusada salió de la casa con Carolina en brazos, supuestamente rumbo al hospital de Puerto Esperanza.Carolina jamás regresó, como nunca se sabrá cómo murió. Una vez detenida, Ovando afirmó primero que dejó su hija a la abuela paterna, a la que supuestamente encontró frente al hospital de Esperanza, para que se la llevara a Paraguay.Luego, ya localizado el cuerpo cerca del arroyo Aguaraí Guazú, y frente a la abuela de la criatura, habría expresado “que no le entregó la hija a esa persona, sino a otra”.Esta parte de la historia fue relatada ayer al Tribunal, presidido por el magistrado Atilio León, por el oficial Fioravanti.El uniformado recordó que en la comisaría de Colonia Delicia, en una de las oficinas donde fue demorada en averiguación del hecho, habló con Ovando. “Decime dónde está Carolina. Dame tres días y te la traigo”.La respuesta fue la misma: “Vos no conocés a Carolina”.El oficial, conocedor de la zona porque vive allí y trabajó más de siete años en la comisaría local, detalló con precisión, incluso con coordenadas, el lugar en que encontraron el cuerpo. Parte del cráneo y de las piernas estaban a medio enterrar.La ronda de testigos en la jornada de ayer se terminó, precisamente, con el testimonio de Fioravanti.El Tribunal, que ayer mostró otra actitud y advirtió al público que hiciera silencio de entrada nomás, pasó a un cuarto intermedio hasta hoy, a las 8.30, cuando se iniciará la tercera audiencia del debate oral en el recinto ubicado en la confluencia de las calles San Juan y América.Fuentes del caso indicaron que los veredictos y sentencia se conocerán la semana próxima, probablemente el miércoles.Testigos descartadosLa audiencia de ayer arrancó a las 8.45. A instancias de la defensora Roxana Rivas, quien ayer estuvo sola en el recinto, sin la compañía del abogado Eduardo Paredes, se acordó descartar las testimoniales de Máximo Ovando, Epifania Britos y Mirna Estela Ovando por estar comprendidos en las generalidades de la ley.También, por requerimiento del fiscal Federico José Rodríguez, se estableció incorporar por lectura los testimonios de Lorenzo Godoy, tío abuelo de Camila Ayala, y de Demetrio Ayala, última pareja de María Ovando.El informe psiquiátricoLa audiencia de ayer tuvo como primer testigo al médico especialista en psiquiatría Oscar Gregorio Krimer, quien declaró a propuesta de la defensa por espacio de más de dos horas.Explicó en detalle el informe, que dividió en tres partes, de la pericia psiquiátrica que realizó a María Ovando en el sector enfermería de la Unidad Penal de Miguel Lanús.El mismo consistió en un sistema de entrevistas abiertas, en el que la paciente puede intervenir haciendo preguntas o distintas acotaciones.En base a los dichos de la mujer, concluyó que Ovando padeció un shock traumático a partir de la muerte de su hija Carolina y que no recuerda determinados segmentos de su vida por una amnesia parcial y un estado de disociación.El profesional se explayó en lo referente al estado actual de la paciente y la situación clínica retrospectiva. Entre otras conclusiones, indicó que no encontró en ella rastros de fabulación. Es más, afirmó que estaba lúcida y lineal. Ante la pregunta del fiscal de si sabía que dos vecinos que la conocían declararon que ella no trabajaba, contrariamente a lo que expresó al profesional, este indicó que la psiquiatría es una ciencia “probabilística” y no exacta y cualquier diagnóstico tiene un margen de error. EL OTRO LADO DE LA HISTORIAMaría Epifania Pereira ingresó a estrados a las 11.37 de ayer. Fue la persona que vio pasar a María Ovando con una criatura en brazos, presumiblemente aquel 3 de marzo de 2011. Era, prácticamente, el único dato relevante de su testimonio. Sin embargo, en el último segmento de su relato, casi sin quererlo, dejó una frase de una significación tremenda para este caso. Quizás en este c
aso como en ningún otro. “Tuve quince hijos. Diez varones y cinco nenas. Todos normal (parto natural), sin ninguna ayuda de nada. Yo siempre procuré, cuando se enfermaba uno de mis chicos, llevarlos al médico. Y todos crecieron bien”.Se levantó y se fue. Vive en el mismo lugar y en las mismas circunstancias que Ovando. Su testimonio duró trece minutos, pero fue contundente.
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